Media naranja
Cumpleaños Feliz… ¡y el juidero!

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ÁNGELA PEÑA
Un neurólogo argentino, el doctor Gustavo Saposnik, acaba de publicar un estudio que revela que el día del cumpleaños se incrementan las posibilidades de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular, según publica el periódico La Nación, de Argentina. Parece paradójico, pero no todo el mundo disfruta esa fecha ni se siente halagado con las reiteradas felicitaciones, los regalos y asaltos, los mariachis mexicanos, los payasos y piñatas, los tragos y los suculentos banquetes que amigos y familiares ofrecen al festejado.

Existe un paquetón de personas que se ausenta del país, desconecta teléfono y celular y se encierra en la quimbamba hasta que ya los eternos congratuladores que tienen en agenda el abrazo se han cansado inútilmente de localizarlos. Es que no todos son felices con estos halagos, tal vez por modestia, sencillez, unos por una actitud antisocial o posiblemente porque les aterroriza comprobar, con tristeza, que se están poniendo viejos.

El científico refiere el caso de un paciente que debió ingresar el mismo día que acababa de cumplir 65 y pensaba, “qué mala suerte, en vez de festejar tiene que estar internado”. Pero el hombre le confesó que para él, el cumpleaños era siempre una fecha bastante estresante. El tipo sufrió un accidente cerebrovascular a partir de ese hecho. Saposnik estudió si el día del cumpleaños era una fecha particularmente estresante que constituía un factor de riesgo vascular y encontró que, ciertamente, “había un incremento de las posibilidades de sufrir un evento vascular, ya sea infarto, ACV o accidente isquémico transitorio, pero también personas que habían sido atendidas por eventos no vasculares: traumatismos, crisis asmáticas o apendicitis”. El neurólogo hizo sus indagaciones en Canadá donde se encuentra a cargo del Programa de Investigación del ACV en el hospital St. Michael’s  de la Universidad de Toronto.

“Hay ciertas emociones negativas que pueden desencadenar cambios en la coagulación sanguínea”, explica. Además, el estrés que experimentan “puede incrementar significativamente el ritmo cardiaco y la presión arterial y al mismo tiempo disminuir la flexibilidad de las paredes de las arterias”. Sugiere evitar el alto consumo de bebidas alcohólicas, “que pueden causar arritmias” y aquellas actividades “que requieran un esfuerzo al que la persona no está acostumbrada, tomar la medicación que pueda estar recibiendo para el colesterol, la presión arterial o la diabetes y tomar una aspirina, que es una de las medidas más eficaces”.

Es probable que no sólo los cumpleañeros se estresen. Esa tradición, que para muchos es innecesaria e insignificante, crea un tormento a padres pobres que se sienten obligados, desde el primer año de sus criaturas, a tirar la puerta por la ventana cuando quizá no tienen siquiera para un “Nitín” como se ha denominado al cumpleaños con los primitos, un huacal de refrescos de colores y un bizcocho de los que hizo famosos esa exquisita higüeyana, pionera de la repostería,  popular por sus pudines.

No es capricho. Todo el mundo no se alegra con la llegada de un nuevo año, ni se siente emocionado con las constantes llamadas y visitas para desearle suerte y larga vida. Ahora, con esta noticia, por más significativo que sea ese día, querrán desaparecer del planeta con más fe. Hay amigos a los que han ido a felicitar en grupo, de sorpresa, y al instante se ve en la puerta de la casa una ambulancia. Es que unos viven ese día y creen que los demás tienen sus mismas emociones y sentimientos. Hay miles que aborrecen el dichoso cumpleaños. Sus razones tendrán.

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