Media naranja 
¿De dos mil pesos? ¡Cuidado!

<p><span>Media naranja  <br/><strong>¿De dos mil pesos? ¡Cuidado!</strong></span></p>

ÁNGELA PEÑA
Hay un serio problema con los billetes de dos mil pesos. Se han presentado casos en un banco, creando dolores de cabeza, incomodidad, impotencia y rabia a clientes de esa reconocida y acreditada entidad. Podrá ser coincidencia pero a tres personas les han entregado en sucursales distintas de ese organismo billetes falsos de dos mil pesos. Ellas no se detuvieron a comprobar si eran reales o falsificados porque suponían que dinero del banco es dinero seguro.

Una amiga retiró una considerable cantidad y de ahí salió a hacer una transacción monetaria por el autobanco de otra empresa similar. El empleado le dijo: «Este billete no te lo puedo recibir porque es falso». ¿Falso?, exclamó ella asombrada, estupefacta. «¡Pero ese dinero me lo acaban de entregar en tal banco ahora mismo, yo ni me he bajado del vehículo, vine directo!». Lo siento, dijo él, y le llenó un formulario para supuestamente remitirlo junto a la papeleta al Banco Central. Ella volvió alarmada al banco donde tiene sus cuentas y la joven que la atendió le comunicó: «Lo siento, pero ya usted salió del Banco y no hay garantías». No valieron explicaciones.

A un amigo le dieron otro billete de esa cantidad en la sucursal del mismo banco, pero en un pueblo del interior, y al pagar en la capital se lo devolvieron porque también era falso y lo mismo ocurrió con una señora que lo contaba en el mismo banco. En las cajas del acreditado organismo se han creado discusiones y reclamos que siempre terminan dejando frustración y amargura en un cliente que, en estos casos, no ha tenido la razón, porque el Banco no pierde: «Después que usted salió de aquí, no somos responsables»,  alegan, lo que es comprensible, porque cualquier malandrín puede hacer un cambio en el trayecto y regresar a cambiar, pero ¿y los que no son fulleros?

Mi amiga argumentaba: «¿Entonces yo debo andar con un aparatito detector de billetes falsos? Eso es responsabilidad de ustedes. Acabo de perder mi tiempo, mi dinero, pero sobre todo he pasado por la vergüenza de quedar como sospechosa de engaño». El amigo, más tolerante, razonó después de pasado el momento de su irritación: «Perdería más en gasolina viajando otra vez al interior y lo más probable es que no me crean».

No es dinero del cajero automático, sino del que entrega el personal del banco privado en cuestión. ¿Cómo pueden ocurrir casos como esos si se supone que esas entidades cuentan con eficientes controles para detectar la moneda falsificada? Es raro que un cliente se ponga a verificar si lo que le han entregado es gato por liebre, uno sale de allí a veces hasta sin contar, confiado en la honradez del empleado y en la garantía de que en cualquier parte pueden engañar con un peso disfrazado, menos en un banco y mucho menos en el que alegadamente está pasando el caso, que es de los más confiables de la República. Pero ha ocurrido con billetes de mil y de dos mil pesos, según afectados. Nadie ha protegido ni defendido a las víctimas. Nadie se explica cómo puede darse ese error justamente desde el propio banco.

El dueño de una cafetería sabe distinguir el billete falso del real pasando la mano por el borde superior. Si se sienten relieves, es bueno. Pero ese no es el punto. Hay que investigar o entrenar al personal de ese banco. Demasiado coincidencia es que tres personas hayan recibido justamente de allí las monedas ficticias. ¿Qué se podrá hacer como medida de precaución? Porque es verdad ¿quién va a andar con una maquinita detectora de billetes falsos a cuestas?.

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