Media naranja
Doña Lucy tiene cáncer

<STRONG>Media naranja<BR></STRONG> Doña Lucy tiene cáncer

POR ANGELA PEÑA
Pocas veces he visto tal demostración de valor, entereza, fe, fortaleza, como la que demuestra doña Lucy de Silfa, esa luchadora y activa mujer a quien la Patria y el magisterio dominicano deben merecidos reconocimientos.

Hace tres meses le diagnosticaron cáncer en los dos pulmones y después de un prolongado internamiento en Estados Unidos decidió venir a su país porque no quería tener el hospital como vivienda y ella no cuenta con recursos económicos para rentar un apartamento y quedarse residiendo en EE.UU.

No ha perdido su vitalidad, la energía sigue latente en su espíritu combativo. Los médicos norteamericanos que la atendieron le tomaron aprecio y no ocultaban su admiración porque no se quejaba ante tantas pruebas y análisis y porque aceptó con resignación el cruel dictamen: no hay nada que hacer. Deslumbrados por su preparación intelectual, la visitaban también para escuchar su charla sabia.

Está en el país con la condición, impuesta por su médico neoyorquino, de retornar cuando sienta que su estado se deteriora. Pero aquí no descansa en un ir y venir a consultas y chequeos. Nadie cree que tiene 80 años y cuando le ofrecen silla de ruedas para transportarla ya ha llegado. Al buscarle asistentes para subirla a la camilla, la encuentran acostada.

No permite que nadie llore ni se acongoje en su presencia, porque eso, dice, le quita fuerzas para enfrentar el mal. No quiere que la compadezcan. “Soy muy dichosa por los años que he vivido. Sé que todo el mundo tiene que morir, y el que no quiere morir, que no nazca”.

Pedí autorización a la valiente dama, la abnegada maestra, la vigorosa luchadora antitrujillista que vivió tantos años en el exilio combatiendo la dictadura, para hacer pública su condición.  Porque sé que muchos discípulos, condiscípulos, compañeros docentes, políticos, desconocen su estado y será muy grato para todos ellos ir a acompañarla en su soledad, o, al menos, elevar al Todopoderoso una oración por su salud.

Para Dios nada es imposible. Solo Él conoce sus designios.

Doña Lucy nunca fumó ni permitió en su Instituto que fumaran alumnos ni maestros. Los médicos no tienen respuesta para determinar el origen del padecimiento.

Ojalá que el ejemplo de doña Lucy de Silfa de no amilanarse frente a la enfermedad, sirva de estímulo a otros que pasan por la misma desgracia.

Pensar que hace unos meses la vimos feliz y satisfecha por la dicha de haber encontrado un donante para suplantar el hígado dañado de su hijo Nicolás. Pero a pesar de la adversidad, ella conserva la alegría y no se ha desvanecido en su espíritu la esperanza.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas