Media naranja   
El doctor Tallaj en La 40

<P>Media naranja    <BR><STRONG>El doctor Tallaj en La 40</STRONG></P>

ÁNGELA PEÑA
Muchos desconocían  que el doctor Tallaj,  símbolo y tradición del ejercicio de la pediatría en Santiago, fue también un rabioso luchador antitrujillista. Él cuenta esa historia en su libro recientemente publicado. El pastor Tulio Carvajal me escribe una cartita contándome una horrenda experiencia vivida en la cárcel La 40, en la que los esbirros involucraron a Tallaj de la forma más inhumana.

“Me uno a usted y a los amigos de Santiago, por la feliz iniciativa que han tenido de honrar en vida a connotados hombres y mujeres que al paso de sus vidas han acumulado virtudes que los hacen merecedores de honra. Tal es el caso del Doctor José Tallaj.

En estos días en que los valores escasean, justo es que los poquitos que aparecen los honremos antes que desaparezcan por completo. Con medidas como ésta vamos a contribuir a que las presentes y futuras generaciones hagan un alto por el camino que trajinan y reflexionen y se convenzan de que por donde van, no es el camino. Vamos a la deriva, al degolladero.

No habrá galardón para nosotros como el que merecidamente le ha sido entregado al Dr. José Tallaj, ganado en el fragor de la batalla. Nunca he compartido un diálogo con este personaje, pero déjeme minimizarle un episodio de su vida, en el que él monologó conmigo. Fue el 17 de enero de 1960, como a las siete de la noche. Esa tarde yo había caído en manos del Servicio de Inteligencia Trujillista, un amigo había declarado que yo lo había invitado a participar en el movimiento antitrujillista 14 de Junio. Ya en la cárcel La 40, sentado en la Silla Eléctrica y después de las presiones de lugar, hallaron que yo no decía la verdad y como que yo me acogiera a mis declaraciones un oficial uniformado que era el que me daba los choques, ordenó que me trajeran al Doctor para que yo viera lo que le pasa a los que no quieren hablar.

Sólo por la fortaleza espiritual del doctor, podía sostenerse en pie. Todo su cuerpo estaba lastimado, la nariz raspada, las marcas del látigo estaban diseminadas desde los pies hasta la cabeza y la hinchazón de su rostro, pies y manos era sencillamente terrible.

El oficial dijo: Dígale, dígale doctor, por qué a usted  no le ha pasado nada, pero a él, le va a ir muy mal si se empecina en no decir la verdad.

Entonces el doctor, como pudo, me dijo: Hijo, no esperes que te pongan como a mí. Di todo lo que sepas, el Movimiento está descubierto. El oficial dijo: Llévense al doctor. Cuando lo sacaban le dijo: ¿Se siente bien, doctor? El doctor lo ignoró, lo que me hizo pensar que las cosas no iban tan bien y que era bajo presión lo que me había dicho.

Cuando retornaban el ataque contra mí, me dieron desapercibidamente un golpe con las dos manos en las orejas que a los muchos días todavía me zumbaban los oídos. Cuando la saña se expandía bruscamente entró un sujeto al lugar donde estábamos y gritó: Capitán, capitán, una llamada urgente del Jefe, que se presente. ‘Lo salvó la campana, lamentó el capitán, y agregó: apéenlo y tránquenlo’.

Ojalá este episodio de la vida fecunda del Dr. Tallaj prolifere por todas partes y aprendamos de una vez por todas que no sólo de pan vive el hombre”.

Le saluda atentamente,Tulio Carvajal Pastor.

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