Media naranja
El nuevo presidente

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ÁNGELA PEÑA
Desde el próximo 16 de agosto la Academia Dominicana de la Historia estrenará nuevo presidente: el doctor Emilio Cordero Michel, quien fue escogido casi por unanimidad -25 de 27 miembros votaron por él- en una asamblea extraordinaria celebrada el miércoles antepasado.

 Apreciado, querido, admirado en los ambientes culturales de Santo Domingo, Cordero Michel tiene un ejemplar historial político, educativo, personal. Muy joven se fue al exilio y combatió militante y permanente la dictadura trujillista que después de su destierro asesino a su hermano José Ramón (Pilón), expedicionario de Maimón. Desde tierras extranjeras, el consagrado maestro desarrolló una intensa campaña de denuncias contra el oprobioso régimen.

 Tras el ajusticiamiento retornó a su Patria, militó en el 14 de Junio y se sublevó contra la arbitrariedad y la corrupción reinantes en el Triunvirato alzándose en las montañas de Manacla junto al líder máximo de esa agrupación, Manolo Tavárez Justo. Es uno de los pocos sobrevivientes de esa acción heroica.

 Apresamientos, persecuciones y  nueva expulsión del país no fueron obstáculos para que siguiera en sus luchas contra la injusticia. Entonces enfrentó los 12 años de represión balaguerista con vehemencia, lo que también le mereció detenciones y encierros.

Escritor activo, investigador incansable del acontecer nacional, Emilio Cordero Michel fue también fundador del Colegio Universitario de la UASD, donde impartió docencia a centenares de generaciones de bachilleres que aún lo aprecian y consultan en su bella, antigua y acogedora mansión de Gascue o en la oficina de la Academia donde es vicepresidente e investigador honorífico.

 Aparte del ejemplo de su trabajo ininterrumpido, en el que destacan sus libros y las publicaciones Clío, órgano de la Academia, y Eco, que dirigió en la Autónoma, Emilio Cordero Michel es una de las más puras reservas de decoro con que todavía cuenta esta nación prácticamente en derrumbe por la inmoralidad, la corrupción, el egoísmo y los afanes de lucro personal. Jamás ha transigido con sus principios éticos, haciendo que la desvergüenza reinante lo considere una especie que se extingue.

Nunca ha abandonado el trabajo y se mueve en sus búsquedas y redacciones con lucidez y agilidad impresionantes. En el ambiente intelectual hay sincero júbilo por la reciente elección que representará, sin dudas, una de las más luminosas presidencias de la Academia. Esos representativos miembros que lo eligieron, mayoría, de seguro se convertirán en sus más decididos colaboradores.

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