Media naranja
País de inmigrantes

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ÁNGELA PEÑA
Tradicionalmente, la República Dominicana ha sido hospitalaria con el extranjero pero es probable que en toda su historia no haya tenido tantos, de tan diversas etnias, como ahora.

Ayer fueron árabes, chinos, españoles, judíos, puertorriqueños, haitianos, ingleses.

Hoy, muchos de estos se han multiplicado y a ellos se agrega una asombrosa cantidad de cubanos, colombianos, salvadoreños, ecuatorianos, hondureños, peruanos, bolivianos y algunos argentinos, entre otros.

 Están en hoteles, oficinas, salones de belleza, tiendas, estudios fotográficos, farmacias, bancos, multinacionales, bares, restaurantes, televisión, radio, prensa escrita, instalados en establecimientos propios vendiendo productos típicos de sus países o en las calles ofreciendo ambulantes variedad de artesanías de sus regiones de origen.

 Santo Domingo se ha convertido en una ciudad mega cosmopolita aunque es común encontrar diversidad de foráneos en los pueblos. Aquí trabajan y se sienten a gusto, como en sus casas.

El dominicano trata con esplendidez al forastero y es capaz de compartir techo, alimento, vestido, cuando éste es embargado por la prángana.

 Hablan el mismo idioma que los criollos, a excepción de los haitianos, pero ese acento extraño que los distingue es un encanto para casi todos los nativos que se envanecen presentándolos como sus amigos.

Esa debilidad por el foráneo es ancestral. Ningún otro pueblo es tan zalamero, bondadoso, compasivo, afable y tolerante como el dominicano.

 No se siente discriminado ni desplazado. Al contrario, cede gustoso su pan y hasta su empleo, embriagado, deslumbrado, como embrujado por el hechizo que entre muchos ejercen los exóticos.

 Este país no es desarrollado, no tiene trenes ni rascacielos, el empleo es escaso y las atenciones de salud son precarias.

 La delincuencia y la violencia imperan. Los derechos humanos se violan con frecuencia, la mayoría se queja de lo mal que anda la economía, el costo de la vida sube y, sin embargo, cada día son más los inmigrantes que escogen este país para hacer sus vidas

 El fenómeno es extraño porque no son inversionistas ni turistas de paso que vienen a disfrutar de la naturaleza.

Tampoco son exploradores ni investigadores sociales o científicos. Llegaron para quedarse y compartir con los del patio lo poco y lo escasamente abundante, penurias, alegrías, sobresaltos.

 ¿Por qué prefieren esta tierra de tan limitadas oportunidades? ¿Cuáles razones los induce a salir de las suyas? Tarea para estudiosos.

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