Media naranja
Antecedentes funestos del TLC

<span><strong>Media naranja</strong><br/></span>Antecedentes funestos del TLC

ÁNGELA PEÑA
El TLC no es asunto de este tiempo. Su historia, en la República Dominicana, ha sido funesta.  Implantarlo ha traído al país, en diferentes épocas, conjuras, sublevación, muerte. El sábado 17 de febrero la Academia de Ciencias desarrollará un programa sobre el tema en el que expondrán los historiadores Roberto Cassá y Emilio Cordero Michel y los destacados economistas José Luis Alemán, SJ, y Miguel Ceara Hatton. He recibido de Cordero Michel unos avances de su ponencia que son verdaderamente preocupantes.

“El Tratado de Libre Comercio tiene antecedentes muy funestos, con el Tratado de Libre Cambio que firmó Ulises Heureaux con el gobierno norteamericano en 1891 en virtud del cual, a cambio de que entraran libres de impuestos al mercado yanqui el azúcar, el café y los cueros de res y de chivo, se permitió que ingresaran aquí más de 700 artículos de producción norteamericana, libres de impuestos, desde arena, bloques y ladrillos a productos alimenticios y de uso y consumo”, declaró.

Ese Tratado, agregó, provocó la protesta de Inglaterra, Francia, Holanda, Italia, que amenazaron con no adquirir la producción de cacao y tabaco dominicanos que se colocaba en el mercado europeo. Lilís obtuvo el apoyo militar y moral norteamericano e ignoró las amenazas europeas, sin embargo, la población cibaeña productora del tabaco y del cacao se sintió muy afectada y comenzó a conspirar contra el régimen, lo que culminó, agravado por la crisis financiera y monetaria, con el ajusticiamiento de Heureaux el 26 de junio de 1899.

Durante la ocupación militar yanqui de 1916, manifestó Cordero Michel, el Gobierno Militar instauró, por otro lado, una orden ejecutiva sobre los aranceles que debían pagar los artículos dominicanos de exportación y los de importación. Este arancel vino a ser una especie de TLC impuesto por la soldadesca norteamericana que eximió de impuestos de importación a todos los productos norteamericanos, lo que llevó a la quiebra de la industria ligera dominicana (tejidos, calzados, jabón, pastas alimenticias, etc.)

Y el último TLC, concluyó Cordero Michel, es el que entró en vigor en estos días, “que mediante un proceso de desmonte que durará hasta 20 años en el caso del arroz, nos convertirá en un país únicamente consumidor de los productos de la industria y la agricultura norteamericanas porque los dominicanos no podremos competir con la producción de alimentos de uso y consumo subsidiado por el gobierno de Estados Unidos”.

El vicepresidente de la Academia Dominicana de la Historia comentó que “ahora  se habla de competitividad para poder resistir la invasión de productos extranjeros que vendrán al país, pero me pregunto: ¿Podrán competir los productos dominicanos con los norteamericanos y centroamericanos con el problema energético que tenemos? ¿Y la política gubernamental de prestar más atención a la construcción de un Metro que a la producción agrícola?”

Y responde el reputado catedrático universitario: “En definitiva, nos convertiremos en una especie de Puerto Rico, aunque mantengamos una supuesta soberanía nacional”.

El TLC es un asunto que probablemente sólo entienden los muy expertos. El dominicano común tal vez no sepa lo que represente ese ajuste.  Algunos comentaristas de la actualidad de los que hablan por radio y televisión intentan tocar el tema y demuestran que no saben ni pío. Este seminario será una preciosa oportunidad para saber, desde el punto de vista de la historia, la economía, la sociología, la construcción, en qué es que estamos metidos, y qué significan, en realidad, esas siglas, cuyo nombre se le ha dado a una gripe rompehuesos. “Tiene el TLC”, afirman muchos, al igual que  se referían a padecer  “El Peledengue” o “El Metro” cuando alguien sufría el dengue o lo tumbaba un fuerte catarro.

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