Media naranja
Avalancha trujillista

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ÁNGELA PEÑA
Otra vez la bibliografía dominicana  se impregna  con libros cuya figura principal, o la única, es Trujillo, o ambientados en el trujillato. Bernardo Vega, Fernando Infante, Juan Daniel Balcácer, Andrés L. Mateo son algunos de los autores.

Lo de Andrés, ahora es una novela, “La adúltera del violín”, y aunque no estudia la figura del generalísimo se ubica en La Voz Dominicana de “La Era”, cuando Petán era el gurú que gobernaba la emisora y el pueblo de Bonao como república aparte, de su propiedad exclusiva. El de Vega es parte de una colección de documentos sobre Trujillo y Haití. Infante, por fin, publicó en dos tomos su cronología histórica, “La Era de Trujillo, 1930-1961”, que deberían tener como consulta obligada  estudiosos, amantes e investigadores de la historia. Pero leerlo con sumo cuidado pues los datos que publica Infante no son el reflejo de la realidad. Él lo explica muy bien en la introducción. Balcácer recopiló en “Trujillo, El tiranicidio de 1961”, casi todo cuanto se ha publicado sobre el ajusticiamiento del dictador, ofreciendo sus particulares interpretaciones sobre específicos testimonios.

“El Jefe” tiene sus épocas. Se esfuma y vuelve a ponerse de moda. Pero siempre regresa. Es como si viviera latente en el corazón, la imaginación, la atención de la intelectualidad que siente el tema inagotable a pesar de que ya es abundante la bibliografía post  Trujillo.  A veces no hay grandes revelaciones, excepto cuando se trata de documentos como los que publica Bernardo Vega y como los que contendrá un ejemplar que está a punto de presentarse al público: “Trujillo, monarca sin corona del Caribe”, de Euclides Gutiérrez. Lo demás es análisis, declaraciones, desmentidos o aclaraciones, puntos de vista diferentes,  impresiones, variedad de géneros literarios con “El Benefactor” de fondo, como interlocutor, personaje de primera reverenciado o actor despreciado según el sentimiento de los autores, y casi siempre basados en lo ya escrito pese a que aún falta mucho por contar pero todavía impera el temor a una descendencia que ha recibido de sus antepasados una herencia que es como encargo: sigan manteniendo vivo “el legado” de Trujillo.

 Quienes se mueven en los mundos de la historia y la literatura saben que hay cientos de libros en preparación, sobre  el “Benemérito” y que existe cantidad de documentos inéditos que esperan por la muerte de familiares de torturadores, asesinos, delatores, alcahuetes, rufianes, encubridores, proxenetas, adulones, ladrones. Por lo visto, estos no saldrán jamás a la luz pública porque el trujillato y el miedo van de la mano. Y el espíritu de Trujillo parece que seguirá moviéndose en la República por los siglos de los siglos.

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