Media naranja
Lienzos de la identidad

Media naranja<BR><STRONG>Lienzos de la identidad</STRONG>

ÁNGELA PEÑA
Padres y maestros deberían llevar a sus hijos y alumnos a conocer esta histórica exposición que se inauguró en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, de Santo Domingo, y que va a permanecer hasta principios de julio. Reconocidos pintores recrearon en vistosos cuadros a color los más trascendentes acontecimientos dominicanos, desde la colonia hasta pasada la revolución de abril de 1965, y tanto como pedagógica por ser una cronología de sucesos llevados a la pintura, la muestra es deleite y remembranza, porque los artistas retrataron con fidelidad asombrosa a hombres y mujeres de actuación reciente que muchos celebrarán identificar y reconocer.

Tres pisos del Recinto Santo Tomás de Aquino tienen en sus paredes estos «Lienzos de la Identidad Dominicana», instalados con los auspicios de la alta casa de estudios, la Secretaría de las Fuerzas Armadas y la Fundación Visual, Inc., producidos por Cuquito Peña, Nidia Serra, Alberto Bass, Cándido Bidó, Osiris Gómez, Pedro Céspedes, Harold Priego, Julián Amado, César Campillo, Marianela Jiménez, Orestes Toribio, Carlos Montesino, Ramiro Matos, los hermanos Osorio, Clinton López, Remberto Rondón, Eduardo Rodríguez, Vladimir Velásquez, Ramón Sandoval, Marcial Báez, Jhonny Méndez y Wyrbel Familia.

La sociedad aborigen, las devastaciones y despoblaciones de Osorio, la conquista, las rebeliones negras, piratas, corsarios y filibusteros, invasión y ocupación haitiana, la Segunda República y campañas por la Independencia, el Grito del 27 de Febrero de 1844, las ocupaciones norteamericanas de 1916 y 1965, la Tercera República, se ofrecen como capítulos de un libro sin literatura, explicados a través de imágenes impresionantes que no son sólo de héroes, bandidos, intrusos, interventores, soldados, sino de acción, del paisaje agreste de caminos, montes, ensenadas, cerros que se hicieron gloriosos por la valentía, el coraje y la actitud aguerrida de los criollos.

En vez de pasar páginas, hay que ir venciendo escalones, aunque no se siente la subida porque, como si fuera una lectura apasionante, el espectador siente pasión por seguir el hilo de estos óleos, por llegar a la época vivida y constatar cómo fue proyectada, por ejemplo, la tenebrosa y espeluznante dictadura de Trujillo, el periodo de la transición a la democracia, ver cómo fueron concebidos los actores que encauzaron la Patria redimida.

Para hacer honor al título de tan valiosa y necesaria exposición se plasmaron las facetas de Juan Pablo Duarte, inmigraciones, mitos, leyendas y creencias de los dominicanos, religiosidad popular, entre otros motivos que reflejan las características de este pueblo.

La efigie inmensa de Nicolás de Ovando, el constructor de esta llamada «ciudad ovandina», las encomiendas indígenas, la Era de Francia en Santo Domingo, la proclamación de la Independencia Efímera, los antecedentes, las campañas y guerras de la Restauración son situaciones también representadas en esta impresionante exhibición que es como un gran álbum florido del ayer lejano, del acontecer reciente.

Antes de que cierren las clases, la excursión obligada de colegios y escuelas públicas, el paseo con la familia debería ser a la PUCMM para solazarse en esta galería de recuerdos que, aunque más dolorosos que gratos, son la realidad del ser dominicano. Los creadores de tan inestimable producción merecen el reconocimiento general por la conciencia demostrada de que es necesario conocer y divulgar la historia y por la maravillosa idea de exponerla de forma tan hermosa, exquisita, magistral, fascinante.

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