Media naranja
Otra vez yo

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ÁNGELA PEÑA
La designación en un cargo público es para muchos un premio, honor, distinción. Para otros es vergüenza, humillación. Algunos entienden que es excelente oportunidad para servir al país y hay quienes lo asumen como feliz conveniencia para salir de una prángana.

 A todas esas conclusiones llegué el pasado lunes cuando se anunció el nombramiento como subsecretaria general de Desarrollo Fronterizo de una persona que lleva mis primeros nombre y apellido, pero que no soy yo. El teléfono residencial, el móvil, no pararon de sonar, el buzón electrónico se llenó de mensajes y tanto las llamadas como los e-mail para felicitarme o jugar bromas a costa de la igualdad en la identidad no se han detenido a pesar de que me adelanté advirtiendo, a través de Internet, que ella no soy yo.

 El relajo comenzó cuando el decreto llegó a los medios. Colegas llamaban riéndose. Pero al revisar el correo en el ordenador ¡Oh sorpresa! Un amigo residente en Boston y otro en Miami me congratulaban, uno alegre porque entendía que yo podía hacer un excelente trabajo por la Patria y otro preguntándome si esta  función lo privaría de mis “enjundiosos” artículos y reportajes.

 El revuelo fue mayor el martes porque, según me cuentan, un productor nocturno de televisión despidió su emisión felicitando a su colega periodista, a pesar de que el decreto no dice la profesión de la incumbente, y el martes temprano  un tele matutino se refería a “la única comunicadora” nombrada. En un popular programa de radio dijeron que era yo, pero uno de los que intervienen replicó que no. Por otro lado, un asiduo de Huchi Lora manifestó haber escuchado que al referirse a la designación éste puso énfasis en que se trataba de “la hija del doctor Peña Gómez”, pero un ex embajador que también llamó para dar cuerda, comunicó que “tampoco es esa Ángela Peña”.

 Como hasta ayer estuvieron llamándome, me pareció prudente hacer la aclaración por este medio: no soy yo.

 En broma me preguntaron cuál traje me pondría para la juramentación, me anunciaron el envío de currículums, me preguntaban si los  nombraría asistentes, asesores, guardaespaldas, relacionadores públicos, encargados administrativos y de compras o si simplemente les daría una botella. Esas chanzas y felicitaciones fueron las que me dieron el pulso para saber lo que siente y piensa la gente acerca del papel de servidor del Estado.

 No sé si felicitar o compadecer a mi homónima. Le deseo que haga una fructífera y ejemplar gestión para que me lluevan por motivos válidos las felicitaciones.

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