Media naranja
¿Para qué denunciar?

<STRONG>Media naranja<BR></STRONG>¿Para qué denunciar?

ÁNGELA PEÑA
¿Cuál es el objetivo de las denuncias de comunicadores sociales y articulistas de opinión que sacan al tapete la vergonzosa conducta de hombres y mujeres públicos? ¿Vale la pena el escándalo? Tal vez esas revelaciones no pasan de ser noticia de impacto de unos días, descaro que ya no asombra, insolencias que se esfuman sin pena ni gloria porque cada vez con más intensidad la sociedad va quedándose sin moral, la deshonestidad es un hábito, el robo un orgullo, la corrupción, un éxito.

 A quien ayer le descubrieron un bochornoso plagio, mañana lo sientan frente a las cámaras de televisión o los reporteros lo acosan con sus grabadoras y micrófonos para que opine sobre cómo enderezar la Patria retorcida.

 Reconocidos maestros de la mafia, honorables magos del espionaje, la difamación y la calumnia, marrulleros que se han enriquecido en todos los gobiernos poniendo testaferros a cobrar por ellos trabajos que no realizan, son premiados con el elogio colectivo quizá por un libro que rompe record de venta sabiendo todos que se trata del negocio de su capacidad de corcho para flotar en las aguas turbias de gobernantes de turno.

 Asesinos, agentes soplones, delatores encubiertos del pasado que vivieron del negocio del exilio holgazaneando y cobrando en nombre del antitrujillismo o del antibalaguerismo, han seguido sobreviviendo amparados en el falso historial de una lucha inexistente, y se reverencian aún como patriotas a pesar de las pruebas irrefutables de su desfachatez descubierta en archivos que ellos jamás pensaron que se abrirían.

 En tiempos más dignos, esos distinguidos rufianes, genios de la perversidad, atracadores enflusados, rapaces vividores que han hecho fortuna con la labor fullera, estuvieran marginados, despreciados o desterrados.

Sin embargo, son hoy protagonistas demandados en este país que es su reflejo.

En el futuro las avenidas ostentarán sus nombres, el Panteón Nacional acogerá sus restos, el Altar de la Patria será pequeño para todas las ofrendas a su memoria y no faltarán estatuas y bustos como homenajes pese a su proceder cuestionado y a todo el inmundo pedigrí de su nauseabundo paso por la tierra. En este medio contaminado sumido en la hipocresía, el chantaje, el cogerlo suave y el hacerse rico sin ir a la escuela y sin sudar la frente, esos son los ídolos y héroes que se promueven como modelos indiscutibles de virtudes.

Hasta ahí se ha llegado. Los dominicanos olvidan rápido,  o porque es parte de su idiosincrasia o porque les conviene.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas