Media naranja
Por qué se ríen los médicos

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Ángela peña
Si te van a palpar, cantan, aunque tu abdomen esté tan inflado que parezca que va a explotar. Te retiran “los puntos” y cuentan un chiste pese a que sientes que se va el pellejo.

Te falta la respiración y te preguntan si crees que Leonel se va en la primera vuelta.

Enyesan, abren una herida, pinchan una vena, se enguantan para un tacto o limpian con alcohol las áreas de un electro y con la mayor serenidad te comentan la última pela de los Tigres a las infelices “cuyayas” de tu pueblo. Uno está postrado en sus camillas fóbicas o en sus sillas odontológicas de espanto sintiéndose morir y ellos están pitando, tarareando “La llave de mi corazón”, como si fueran artistas o cómicos, para asombro del paciente que llega a sus consultas tan grave que cree que su firma con Los Cardenales es inminente.

 A muchos  les parecería extraña esta actitud de casi todos los médicos frente a pacientes casi al habla con San Pedro. El periódico La Nación, de Argentina, trajo recientemente la explicación de esa conducta: hacer reír tiene un valor terapéutico.

“La risa -agregan expertos que cita ese periódico- “dispara endorfinas, ayuda a controlar la presión arterial, estimula el sistema inmunológico y permite transitar la enfermedad desde una conexión emocionalmente más saludable con la vida”.

 “El humor es la llave”.  La risoterapia, afirma, se ha instalado en los hospitales.

Por eso llenan las salas de payasos y hay un “Doctor Risa”, Patch Adams, que la instituyó. Robin Williams lo inmortalizó en una película.

Oncólogos de Massachusetts concluyeron que “el humor y la risa ayudan a reducir el dolor y a mostrar el lado humano del equipo médico, además de facilitar el diagnóstico y el tratamiento oncológico”.

 Según estos informes, “la risa es salud”. “No se trata -añade- de hacer reír solamente, sino de dar potencia, de conectar a la persona con sus aspectos positivos y sanos, de sacarla del encierro en lo corporal e instalarla en un estado optimista sostenido”.

 Ahora se sabe que es saludable que celebre un chiste, según su estado.

El cuento no puede ser tan bueno que afloje un punto, si de cirugía se trata. Lo que sí parece dejar establecida esta noticia es que no es prudente acudir con cara de compasión o de machete.

El enfermo mide su estado por la expresión del médico. Ya ven: hacer reír al postrado es una cura.

¡Pensar que hay familiares que convierten la habitación en pieza fúnebre! Después de esta información, todo el que caiga en cama querrá ser visitado por Cuquín.

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