MEDIA NARANJA 
¿Qué es un dominicano?

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ÁNGELA PEÑA
Alguien preguntó en cierta ocasión a un reconocido sabio: “Maestro, ¿qué es un dominicano?”. Su respuesta fue la siguiente:
¡Ah, los dominicanos… Qué difícil pregunta! Los dominicanos están entre ustedes pero no son de ustedes. Los dominicanos beben en la misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen de la música. Los dominicanos toman en serio los chistes y hacen chistes de lo serio. No creen en nadie y creen en todo.

¡No se les ocurra discutir con ellos jamás! Los dominicanos nacen con sabiduría. No necesitan leer, ¡todo lo saben! No necesitan viajar, ¡todo lo han visto! Los dominicanos son algo así como el pueblo escogido, por ellos mismos. Los dominicanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupos, por su gritería y apasionamiento.

Cada uno de ellos lleva en sí la chispa de genios, y los genios no se llevan bien entre sí, de ahí que reunir a los dominicanos es fácil, pero unirlos es casi imposible. No se les hable de lógica, pues eso implica razonamiento y mesura y los dominicanos son hiperbólicos y exagerados. Por ejemplo, si te invitan a un restaurante a comer, no te invitaron al mejor restaurante del pueblo, sino al mejor restaurante del mundo. Cuando discuten, no dicen: No estoy de acuerdo contigo, sino, ¡estás completamente equivocado! Tienen tendencias antropofagias, así: ¡Se la comió! es una expresión de admiración y comerse un cable es señal de una situación crítica. Pero llamarle a alguien “come mierda” es un insulto lacerante. El dominicano ama tanto la contradicción que llama monumentos a las mujeres hermosas y bárbaros a los eruditos. Si te aqueja alguna situación de salud te advierten: ¡Coño, debiste hablar conmigo para llevarte donde un pana mío médico que es un tiro! (¿a dónde?).

Los dominicanos ofrecen soluciones antes de saber el problema. Para ellos nunca hay problema. Saben lo que hay que hacer para erradicar el terrorismo, comunismo, encauzar a América Latina, eliminar el hambre en África, pagar la deuda externa, quién debe ser presidente, y cómo Estados Unidos puede llegar a ser una potencia mundial. No entienden por qué los demás no les entienden cuando sus ideas son tan sencillas y no acaban de entender por qué la gente no quiere aprender a hablar español como ellos. ¡Ah, los dominicanos… No podemos vivir mucho con ellos, pero es imposible vivir sin ellos! Dedicado a modo de reflexión con cariño y sentimiento de autocrítica a los habitantes del mejor país del mundo: República Dominicana. ¡Escrito, por un dominicano, por supuesto!

(Reenviado por Manuel Rodríguez Bonilla)

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