Media naranja
¿Qué tiene de buena?

<STRONG>Media naranja<BR></STRONG>¿Qué tiene de buena?

ÁNGELA PEÑA
Para un considerable número de dominicanos, este 24 de diciembre no tendrá la alegría de la humilde familia de Belén porque aquella, aunque escasa de pan, techo, frazadas, celebraba la alegría de un nacimiento. La llegada de un niño es una bendición.

En muchos hogares del país llorarán con tristeza la reciente partida de seres queridos que se llevaron las aguas y los vientos de dos tormentas. Las dramáticas historias de sus pérdidas están aún muy frescas. Hay gente de la que no encontraron restos o señales que arrojen luz sobre sus adversos destinos.

 Ayer, por ejemplo, se relataba el caso de una pobre mujer de Santiago que intentando salvarse  subió al techo de su modesta vivienda y nunca más la vieron. En el Sur también repiten testimonios no menos dramáticos.

 Sus dolientes tendrán qué comer, pero deseo les faltará. No querrán oír música, encender arbolitos, escuchar la carcajada socarrona de “Santa” ni la radio para que la nostalgia no hiera más su corazón lacerado.

 Muchos estarán prácticamente solos en su repentino duelo porque la fiesta, dicen otros, tenía que continuar y las calles estaban intransitables, las tiendas abarrotadas, repletas las guaguas en ruta hacia los pueblos. El circulante parecía abundante. Las filas para envolturas de regalos eran interminables en los establecimientos comerciales, aunque los dueños declaren mañana que les fue mal. Al menos en la capital, los estacionamientos estaban copados.

 Canastas y baúles rebozados de golosinas, frutas y bebidas exquisitas se transportaron múltiples, copiosos, ricos. Aguinaldos y parrandas no han faltado.

 Hay felicidad y chercha, por un lado. Por otro, gran escasez, ausencia definitiva de familiares y bienes materiales, mucho lodo, pesar y desconsuelo.

 Ojalá alguien recuerde a los más desventurados al menos para pedir al Señor que les provea resignación. A los que no tienen penas que lamentar, hay que felicitarlos y aconsejarles moderación, sobre todo en el comer. Que no olviden los casos deplorables de leptospirosis y tengan presente que muchos cerdos que estaban siendo engordados para esta cena murieron ahogados. ¿Quién sabe si los pusieron en ardiente hoguera, en el horno caliente o en la típica puya cuando ya eran cadáveres?

 La Nochebuena es hoy, sin embargo, ya hay reportes de pacientes numerosos que han acudido al gastroenterólogo deshidratados por ininterrumpidas correderas al baño y cólicos intolerables.

 Precaución, condescendencia, bendiciones. Son los mejores deseos.

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