Media naranja
Todavía…

<STRONG>Media naranja<BR></STRONG>Todavía…

ÁNGELA PEÑA
Todavía hay hermanos hijos de esta misma tierra que duermen bajo el cielo como techo porque perdieron sus humildes viviendas.

 Tiritan de frío porque carecen de  frazadas con que cubrir sus cuerpos helados.

 Se consumen hambrientos, desnutridos, pues, aunque alimentos donados sobran, algunos desalmados pudientes llenan los baúles  de sus autos lujosos para rebozar sus despensas familiares o muchos vivos de la misma condición de los que han quedado indigentes, los acaparan para negociarlos.

 Unos lucen idos, deprimidos, desquiciados, inconsolablemente tristes porque además de sus escasos bienes materiales vieron cómo las crecidas y los vientos les arrebataron a sus seres más entrañables.

 La tormenta Noel, sin embargo, ya está pareciendo suceso del pasado remoto aunque su paso fue tan trágico y reciente y sus secuelas continúan latentes.

 Hay pena, pero muchos entienden que el espectáculo debe continuar y mientras el prójimo afectado por las corrientes del vendaval progresa en la miseria, los arbolitos se encienden, las fiestas de «apaga y vámonos» están en su mejor momento, desfilan alegres las caravanas del despilfarro, el derroche se adueña de los ilesos citadinos y aquí no ha pasado nada pese a que la miseria y el luto están a pocos pasos del bonche y la algarabía.

 Todavía hay en esta sociedad, una vez solidaria, mucha gente a la que no ha tocado la indolencia.

Se siente tan identificada con la desgracia de esos infelices que no ha sentido en su corazón el tradicional “espíritu de la Navidad” Las imágenes de la catástrofe no se han borrado de sus mentes, y sus corazones sensibles siguen al lado de esos desdichados.

Da gusto escuchar a personas generosas decir que ante tanta angustia no han sentido deseos ni de colocar un cascabel.

 Otros hicieron sus aportes por compasión o por figureo y confiesan que cumplieron, que la vida prosigue.

Cada cual piensa y actúa según sus convicciones, sentimientos, intereses.

 No obstante, el infortunio que dejó el desastre está presente aunque se haya llevado un poco de alivio a las víctimas de la adversidad.

 Es bueno recordarlo.

A pesar de las Pascuas. Al margen de las campañas políticas. Aun dentro de las obligaciones cotidianas.

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