Medicamentos: falsos e ilegales

Medicamentos: falsos e ilegales

Teófilo Quico Tabar

Desde hace tiempo se viene denunciando la existencia de medicamentos falsos en el mercado. Se trata de un asunto grave y complejo porque está envuelta la salud de la gente. En el tema de las medicinas se conjugan: fabricación, importación, distribución, comercialización, y por supuesto la indicación. Una actividad empresarial, comercial y profesional en la que, de haber fraude o engaño, el perjudicado es el ser humano.

En el inmenso negocio de la medicina intervienen varios actores, entre ellos: los laboratorios que los producen, nacionales o extranjeros; las casas distribuidoras; Salud Pública; PROMESE; las farmacias; los hospitales, aseguradoras, médicos. Además, dos entidades que agrupan esas empresas: ARAPF, (Asociación de Representantes, Agentes y Productores Farmacéuticos), e INFADOMI (Industrias Farmacéuticas Dominicanas.)

Cuando se habla de medicamentos falsos, hay que verlo desde distintas vertientes, en razón de que lo que define un medicamento como bueno es que contenga la cantidad de principios activos que indica la etiqueta, y que proceda del fabricante indicado en el envase. Otra cosa es que se considere ilegal, o comercializado sin cumplir con determinados requisitos establecidos.

Muchas veces se alega que un medicamento es falso, cuando no ha sido colocado en el mercado por las redes normales de distribución comercial, pero eso no quiere decir necesariamente que sea falso, o que no contiene lo que dice contener. Eso lo debe determinar Salud Pública a través del Laboratorio Nacional.

Si el medicamento no contiene lo que dice contener, no solo es falsedad, sino un delito mayor, que debería incluso conllevar cadena perpetua. Si es distribuido o vendido sin cumplir con determinados requisitos legales, pero al analizarlo contiene lo que dice contener, es condenable, pero no tan grave como lo anterior.

El problema se hace más complejo porque en la importación de medicamentos interviene principalmente el Gobierno, ya que cuando entran en el mercado nacional, por vía de quien ganó el concurso o le fue asignada la compra, dichos medicamentos no necesariamente van en su totalidad a PROMESE o a los hospitales, sino que parte de ella podría ser desviada a la comercialización privada. Entonces, tanto los laboratorios locales como los representantes, agentes y productores, pueden alegar que son falsos, cuando no fueron adquiridos a través de ellos.

Aquí llegan medicamentos de muchas partes del mundo, incluyendo Asia y la India, cuyos fabricantes o laboratorios no necesariamente pertenecen a una u otra de las asociaciones empresariales. Lo importante es que se le ponga más atención a la determinación de composición de los medicamentos. Que respondan a los requerimientos. Que sean auténticos.

La ilegalidad en la comercialización debe ser erradicada aumentando los controles y aplicando sanciones drásticas, pero lo que no debe ocurrir bajo ninguna circunstancia es la venta de medicamentos falsos. Y el único responsable de determinarlo, es el Estado.

No solo se trata de un gran negocio y de una gran competencia, al igual que otras actividades comerciales, sino de la salud, donde el perjudicado es quien debería ser beneficiado, el paciente.

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