Si yo fuera presidente, buscaría los mejores medicamentos genéricos que se venden en el mundo para asegurarme de que estoy cumpliendo con mi deber constitucional de garantizar la mejor medicina para los ciudadanos que debo proteger. No solo merecen lo mejor, sino que ellos son los que pagan con sus impuestos el precio de esas medicinas.
Pero, como solo soy una simple ciudadana, me conformo con decir lo que pienso y siento cuando me entero de que mucha gente desconfía de los medicamentos genéricos que se venden en el país y por casos de personas que, habiendo sido medicadas, el producto no surtió el efecto deseado.
La situación se agrava cuando, a las dudas de los genéricos, se le agrega la denuncia que hiciera la Unión de Farmacias el pasado 6 de noviembre, referida a las medicinas falsas que circulan en el mercado y que hacen competencia desleal con los medicamentos patentizados y regulados para ser efectivos para quien los necesite.
Puede leer: Noviembre: mes de las ánimas y de las lluvias
Los medicamentos genéricos deben contener exactamente el mismo principio activo que el de la marca, y todo lo referido a la misma, por lo que, a la hora de ser suministrado, el consumidor debe tener información suficiente y veraz sobre el producto que adquirió con la intención de curarse.
Las dudas sobre los medicamentos genéricos, que son mucho más baratos que los de marcas, surgen también porque muchas personas han hecho la prueba comprando la marca y aseguran que los resultados no son los mismos.
La suegra de uno de mis hermanos es hipertensa y, habiendo tomado su pastilla de la presión genérica, sufrió una isquemia de la que por poco pierde la vida. Después de eso, nunca ha vuelto a comprar las genéricas.
En cuanto a las medicinas falsas, quienes las venden son criminales, matan a las personas que las toman. Un especialista en medicamentos falsificados que estuvo en el país hace varios años nos mostró lo que contienen algunos de los medicamentos falsificados: tiza de colores, azúcar, aceites de varios tipos y todo lo que se pueda imaginar. En esa época, los falsificados que circulaban en el país eran justamente los antihipertensivos, algunos calmantes de venta libre y estimulantes sexuales, entre otros.
Los medicamentos falsificados circulan en casi todo el mundo. Según la OMS, el 15 % de esos “medicamentos” se venden en el planeta, por lo que el delito no es solo en nuestro país. Procede que la Unión de Farmacias y el Ministerio de Salud Pública se coordinen en una acción que permita identificar los medicamentos falsificados.
La Dirección de Aduanas cuenta con un moderno laboratorio, dejado por el Gobierno anterior, con capacidad para detectar medicamentos falsos y también para establecer los gramos y grados de los genéricos. Puede haber errores en los gramos de un medicamento que pueden perjudicar al consumidor y cuyas dudas pueden ser aclaradas solo en un laboratorio.
Si yo fuera presidente, buscaría el lugar donde la Unión Europea se abastece de los medicamentos genéricos. Las reglas de esos países son definitivamente exigentes y deben cumplir a cabalidad con los criterios y contenidos de las marcas. Es que la dignidad y la salud de un ser humano debe ser protegida y, componen dos derechos fundamentales los que solo los gobiernos democráticos pueden garantizar.