Medicina basada en la evidencia

Medicina basada en la evidencia

A raíz de nuestra designación por la Ministra de Salud, como Coordinador de Salud para la Elaboración de Protocolos en el Diagnóstico y Manejo de Enfermedades, y a sabiendas de que a la actual gestión de gobierno apenas le queda un año y algunos meses de vigencia, me vino a la mente el nombre de Antonio Tabucchi, novelista italiano fallecido a los 68 años en el 2012. Tiene dicho autor entre sus éxitos literarios un epistolario hecho novela titulado “Se está haciendo cada vez más tarde” al cual nosotros agregaríamos ..”pero aún hay tiempo”.

En la carta final se inserta una cuarteta gitana que reza de la siguiente manera: “El candil se está apagando/ la alcuza no tiene aceite…/ No te digo que te vayas/ ni te digo que te quedes”.

Como amante del ajedrez hacía un apretado ejercicio de movidas que amalgamara la brillantez estratégica de un Alexander Alekhine y el fundamento metódico de un Raúl Capablanca para arribar en tiempo récord a un final victorioso. Siguiendo una ruta crítica formal en la elaboración de las guías de manejo diagnóstico y terapéutico podría requerir varios años antes de conseguir un producto terminado casi perfecto.

Lamentablemente para ese entonces estaría caída la aguja del reloj, y por ende habríamos perdido la partida.

Fue en ese momento que reapareció en mi memoria un incidente vivido. Corría el final de la década de los ochenta del recién pasado siglo cuando me tocó presidir la Comisión de Patólogos de la Asociación Médica Dominicana.

En esa condición participamos en la exhumación del cadáver de un dominicano de origen árabe, enterrado en el cementerio municipal de San Francisco de Macorís. Había sido ultimado a tiros en la ciudad de San Juan de Puerto Rico. Debido al estado de descomposición en que fue encontrado el occiso, se utilizó un ataúd metálico herméticamente cerrado y sellado para transporte internacional.

Como testigos del procedimiento de la autopsia participaron altos oficiales forenses del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas Norteamericanas. El féretro tenía un número de serie que fue identificado y a través del mismo se determinó que la única llave existente para abrirlo había que solicitarla a Filadelfia. Como era viernes se tardaría un espacio de tres días laborables para que a través de Federal Express recibiéramos el “ábrete sésamo”.

Todos se resignaron a esperar, con la excepción de quien suscribe. Pedí se me facilitara una pata de cabra y puse manos a la obra; en menos de lo que canta un gallo, teníamos el muerto fuera del ataúd.

Ayer la medicina era magia, luego devino en arte, hoy es ciencia con un poco de arte y algo de magia. De una simple cura particular, llevada a cabo por un galeno, hemos arribado a la complejidad del manejo del paciente en equipo.

De la autorizada opinión de un sabio experto, ahora sistemáticamente revisamos las investigaciones publicadas y las categorizamos para ofertarle al enfermo la más acertada terapia. Con la ayuda de la informática, seleccionamos los mejores argumentos científicos para la solución de problemas que la práctica clínica diaria nos plantea. Eso es lo que denominamos la medicina basada en la evidencia.

Eh ahí una moderna pata de cabra para aplicarla aquí y ahora.

 

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