Medicinas falsificadas

Medicinas falsificadas

Todavía no salimos del espanto de saber que varios dominicanos han muerto como consecuencia del uso de medicinas adulteradas.

En verdad que uno como médico lo que siente es un verdadero dolor y un encono que nos hace aceptar por momentos, como buenas y válidas las soluciones de los chinos con los responsables de daños contra el pueblo, léase pena de muerte, o que mejor se encuentren esos irresponsables en medio de algún intercambio de disparos cuando la policía se defiende honrosa y valientemente frente a los desalmados delincuentes, o por qué no,  como hacían los ladrones  en la era del perínclito, que luego de varios delitos se “ahorcaban” en sus celdas, no sin antes dejar una nota de “arrepentimiento” por sus malas acciones.

Es lo que merecen esos criminales, que con conciencia se prestan a negocios de jugosos beneficios a costa de la salud de un pueblo que bien merece más seguridad y protección, frente a este negocio de medicinas falsificadas, más rentable que el tráfico de drogas,  ambas tienen una finalidad nefasta, acción consciente y premeditada, cuyo único propósito  es la acumulación del vil metal, cargado de sangre y de muerte.

Desde Hipócrates, hemos aprendido que podemos diagnosticar dolencias y procuramos el aliviarlas o curarlas, y desde ese entonces hemos usado remedios, con los antecedentes de las pociones usadas desde la prehistoria, en fin que el hombre ha buscado en la farmacia la gran ayuda para estos propósitos, desde los brebajes, ungüentos  y filtros mágicos de los primitivos chamanes, hasta la moderna industria farmacéutica de gran empuje en los pasados dos siglos.

Es ese farmacéutico, hoy convertido en gran investigador y representado en las grandes empresas dedicadas a la elaboración de productos éticos, el más estrecho e imprescindible colaborador para nosotros poder ejercer nuestra profesión de sanación.  Negocio, que debe estar normado por la responsabilidad, calidad, la inocuidad y la eficacia de los medicamentos que nos presentan, para que ese acto médico junto a la industria farmacéutica esté fundamentado en una acción ética, fiable y por encima de todo en procura siempre de hacer el bien a quienes nos debemos  nosotros y ellos, al paciente.

Tanto el Secretario de Salud Pública, el amigo Dr. Bautista Rojas Gómez, como el Licenciado Miguel Cocco Guerrero de la Dirección de Aduanas han expresado su pesar por estas acciones abominables. Opina el Lic. Cocco,  funcionario eficiente, juicios con los que estamos totalmente de acuerdo: “Sólo con la aplicación de fuertes castigos y una persecución sistematizada podría eliminarse de raíz el contrabando y la venta de medicamentos falsificados, pero es necesario la aplicación de fuertes penas contra quienes juegan con la salud del pueblo dominicano”.

De acuerdo a una información publicada la pasada semana, la Dirección de Drogas y Farmacias sólo cuenta con 18 profesionales para el manejo de 2,812 farmacias privadas, 854 distribuidoras farmacéuticas y 160 laboratorios registrados  hasta julio del pasado año en esa dependencias.

Ya nos podremos imaginar que es virtualmente imposible el adecuado control de todas ellas, por la real carencia de recursos técnicos y humanos para supervisarlos.

Creemos, que esta coyuntura es un buen indicio de que hay una intención conjunta, de que esto sea cercenado desde  sus más íntimas raíces, en común acuerdo  todas las instancias que tienen que ver con la supervisión y venta de medicamentos.

Iniciando con Salud Pública, ya que su titular habló de tener “el toro por los cuernos”, pero lo importante es darle el banderillazo, para que ese toro, quede muerto para siempre en la arena del círculo de lo humano y lo moral, y ojalá pueda exhibirse como un logro de esta gestión, el que ese negocio, tan dañino como las drogas ilícitas, pueda ser erradicado en todo el país.

Vemos con buenos ojos las providencias que se están implementando, creo que todo ciudadano con  dolor social debe aplaudir estas medidas y operativos contra estos  indolentes criminales.

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