Médicos como héroes y mártires en epidemias, allá y aquí

Médicos como héroes y mártires en epidemias, allá y aquí

El presidente Abinader comenzó su discurso inaugural con un compasivo mensaje que lo enaltece. Reclamó un minuto de silencio para honrar la memoria de los fallecidos por la COVID-19 y, en nombre de todos los dominicanos, pronunció palabras de afecto y consuelo a los familiares de quienes se nos adelantaron en el ineludible viaje hacia el más allá.

Continuó solicitando un aplauso para quienes están hospitalizados o recuperándose en sus hogares, y también para los abnegados miembros del personal sanitario que muestran su solidaridad humana ofreciendo nobles servicios que no se compensan con el simple cobro de un salario o de honorarios profesionales.

Ellos no se rinden y muchos  han pagado con su vida  al luchar contra una enfermedad invisible y de fácil transmisión

El Dr. Li Wenliang fallecido el 6 de febrero, con 34 años, se reconoce como el primer héroe y mártir de esta pandemia. Trabajando en Wuhan, foco inicial de la COVID-19, supo de siete casos de enfermos con  un virus que él creía  parecido al SARS y, en diciembre 30 del 2019, advirtió a  sus colegas que debían usar trajes de protección para no contagiarse.

La policía lo amonestó por “hacer comentarios falsos” y “propagar rumores”. Al reincorporarse al hospital atendió pacientes hasta que se contagió. Ciudadanos indignados repudiaron en las redes a los gobernantes por la muerte de Li Wenliang y reclamaron libertad de expresión. Olvidando el acoso, las autoridades emitieron, en desagravio, una “solemne disculpa”

Antes  hubo otros coronavirus como el SARS,“Severe Acute Respiratory Syndrome” o Síndrome Respiratorio Agudo Severo que fue atacado oportunamente gracias al médico italiano Carlo Urbani, especialista en enfermedades infecciosas parasitarias de la OMS, radicado en Vietnam.

Urbani  fue llamado el 28 de febrero del 2003 por el Hospital Francés de Hanoi porque un paciente americano, John Chen, tenía una extraña neumonía atípica. Chen fue contagiado en su hotel de Hong Kong por un médico de Guangdog, China, y desde allí viajó a Hanoi. El personal del hospital también se infectó y Urbani, previendo la potencial gravedad del caso aconsejó adoptar medidas de aislamiento.

El domingo 9 de marzo se reunió con el viceministro de Salud de Vietnam y, al concluir cuatro horas de análisis conjunto, el gobierno decretó cuarentena. De inmediato Urbani alertó a la OMS, a los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) y a Médicos sin Fronteras (MSF) que enviaron personal, trajes y equipos protectores almacenados para rebrotes del Ébola.

Notificó a colegas de Alemania y Australia para que fueran a investigar tejidos pulmonares de  contagiados. Vietnam corrió el riesgo de dañar su economía anunciando la epidemia, pero no la escondió. Se evitó una potencial catástrofe global al decidir combatir y suprimir el virus tempranamente, en lugar de ocultarlo y tratar de contenerlo tardíamente.

El 11 de marzo, después de largos días de trabajo en Hanoi, sin saber que estaba infectado, Urbani viajó a Bangkok, Tailandia, para asistir a un seminario internacional. En el trayecto del vuelo comenzó a tener síntomas de la enfermedad. Cuando aterrizó le pidió a un colega que no se le acercara.

Se sentaron distantes y, en silencio, esperaron una ambulancia. Urbani fue internado en una sala aislada de un hospital  y falleció a los 18 días, 29 de marzo del 2003, con tan solo 46 años. Su esposa le había dicho desde Italia que no intentara manejar esa desconocida enfermedad respiratoria que no era de su especialidad, pero desoyó el consejo.

Vietnam controló el SARS al final de abril 2003 gracias a que las autoridades  y la OMS acogieron los avisos de Urbani, quien tuvo una carrera gloriosa que culminó logrando la más rápida respuesta global dentro de todas las grandes epidemias En el 1999 Urbani era presidente de la filial de Italia de “Médicos sin Fronteras” y formó parte de la delegación que recibió en Noruega el Premio Nobel de la Paz otorgado a MSF. En esa ocasión declaró que su labor consistía en “permanecer cerca de las víctimas”.

Urbani fue el primero en detectar el SARS y se llegó a proponer que la enfermedad se llamara URBANI-SARS. Con motivo de su muerte Juan Pablo II emitió un mensaje a nivel mundial  sobre ese  “estimado doctor que dedicó su vida a aliviar la pena de sus hermanos”.

La COVID-19 es una plaga apocalíptica que en un solo día provoca un número de contagiados y fallecidos muchísimas veces superior al total de  infectados y de muertos durante toda la pandemia del SARS.

En otros países, y también aquí, entre nosotros, se ha puesto de manifiesto el espíritu de sacrificio del personal sanitario, que tuvo que ofrecer sus servicios en condiciones adversas, con escasez de pruebas, equipos, medicamentos y materiales de protección.

Emulando a Li Wenliang y a Carlo Urbani,  médicos dominicanos murieron heroicamente al abandonar su plácido y merecido retiro para reincorporarse al ejercicio  profesional atendiendo pacientes infectados por el virus.

Para honrar esos sacrificios, Abinader hizo un sagrado compromiso que habrá  de cumplir para revalidar el apoyo de la ciudadanía a su gobierno: “Nadie va a quedar desatendido…Bajo mi presidencia el sistema sanitario no colapsará”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas