Médicos cubanos en el ojo del huracán

Médicos cubanos en el ojo del huracán

PETARE, Venezuela. La vida de Judith Faraiz nunca fue fácil. Desde hace más de cinco décadas su familia vive en este cerro, una ciudad vertical con sus casas apiñadas de paredes sin revocar desafiando la gravedad, sus escaleras empinadas y cuya fama de violenta la hace temible.

Y ahora está preocupada porque teme que el sismo político que vive su país desde febrero le arrebate algo esencial: el tratamiento que los médicos cubanos le están brindando sin costo a su hijo, tras un dramático accidente de moto en agosto que lo dejó al borde de la muerte.

“Puse la vida de mi hijo en manos de Dios y de los médicos cubanos”, dijo Faraiz de 54 años a The Associated, sentada en su modestísima sala de techos bajos y de sillas destartaladas.

Muchos en los cerros defienden esta colaboración debido a que la atención privada es demasiado cara para los pobres y los hospitales públicos tienen una reputación de ineficiencia. Según los expertos, los nexos se convirtieron en vitales para los dos gobiernos: La Habana compra petróleo venezolano por unos 3.200 millones de dólares anuales mediante créditos blandos –un bálsamo para la maltrecha economía de la isla–, y Caracas apuntala su apoyo entre los pobres en base a programas sociales como Barrio Adentro, por el cual se provee salud a los sectores más vulnerables.

Los galenos son el símbolo más visible de esa cooperación y un arma arrojadiza en medio de los hechos violentos que sacudieron a Venezuela desde hace tres meses y dejaron al menos 41 muertos. Los manifestantes antigubernamentales en su mayoría de ingresos medios o altos que salieron a las calles para protestar en contra del presidente Nicolás Maduro aseguran que la cooperación es una demostración de que su país va hacia unipartidismo cubano y consideran que la venta de petróleo en condiciones ventajosas y su contrapartida en médicos es un regalo intolerable de la riqueza venezolana.

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