Médicos viejos en la “camiona”

Médicos viejos en la “camiona”

La “camiona” ya es un vocablo muy popular, es la expresión o barbarismo en creolecastellano de camión, en alusión a las redadas de las autoridades de inmigración contra haitianos indocumentados. Con motivo de la masiva puesta en retiro de médicos añosos en el servicio hospitalario, me inquirió un querido amigo médico internista: Chago ¿también te subieron en la camiona? Claro, respondí de inmediato. El concepto es un acertado enfoque melodramático de lo acontecido, las autoridades del llamado “Sistema Nacional de Salud” han emprendido una redada contra el personal médico hospitalario longevo, sin medir las consecuencias a favor y en contra de este procedimiento.
En principio se parte de algo correcto, el retiro con su jornal de médicos que hemos aportado todo nuestro periodo de vida útil al servicio hospitalario público (que no permite acumular plusvalía). Se trata de un derecho que aquí se debe celebrar. En los países decentes es algo rutinario en recompensa al servicio prestado. El suscrito no tiene inconvenientes, porque además laboro en otra área no médica. Pero esto no puede ser óbice para que cuestione cómo de modo irracional, de un brochazo se pretende arrasar equipos de trabajo hospitalario que ha costado muchos años organizar. En aéreas muy especializadas todo el personal ha sido puesto en retiro. Se alega vendrán los sustitutos, pero se olvida que un hospital no es una oficina pública acostumbrada al “quítate tú para ponerme yo”. Se van todos y se organiza el área, es real, pero eso puede dejar una estela patológica que sufrirán los pacientes hasta que se reorganice el buró de trabajo. Eso solo lo sabemos quienes conocemos el ABC de la vida hospitalaria. Por lo tanto, creo que tienen razón los “staff” de trabajo que reclaman no se someta a la guillotina absoluta a todos los miembros de departamentos especializados, sino que se realice de modo gradual. Lo peor es que ahora tratan de provocar una pugna entre médicos jóvenes y viejos, algo totalmente ilógico. El relevo hospitalario es algo normal, pero las transiciones no pueden ser traumáticas. Se podría acelerar el proceso pero de modo rítmico, no festinar el reordenamiento de esas áreas. El perjudicado es el paciente.
Las autoridades del Servicio Nacional de Salud y el Ministerio de la Presidencia estiman se trata de empleados burocráticos que pueden ser manejados como ellos acostumbran. Ya antes cuestionaban la labor médica, soslayando que un médico cada vez que evalúa un paciente tiene una vida en sus manos, su trabajo es como el del piloto responsable de muchas vidas, el médico a diario vive en tensión, no puede equivocarse, si lo hace no se trata de una pieza que se daña, de un oficio que se debe repetir, sino de una vida que se puede malograr, nuestro personal hospitalario es heroico asistiendo diariamente 20 o 30 pacientes por médico, cuando las reglas demandan algo aproximado de 10 a 15 pacientes para tener la serenidad mental y emocional de no errar con el diagnóstico y el tratamiento. Pero el rendimiento para estos muy honorables tecnócratas es por hora, los pacientes son sacos de papa, que solo se deben contabilizar.
Esos funcionarios cada día se empecinan en burocratizar la salud. Ahora convocan a “concursos para directores de hospitales”, privilegiando en los requisitos a personal no médico especializado en administración de empresas o industrias. Para ellos el hospital es una empresa que se puede colocar en su dirección a un profano en materia médica, olvidan que allí lo primordial es la vida, que en ocasiones hasta el propio director debe intervenir en el diagnóstico de un caso delicado o en una decisión que amerite un gasto extraordinario para salvar un paciente o hacer un diagnóstico de alto interés para el perfil patológico de nuestra sociedad, aunque el paciente pueda tener escasas posibilidad de vida. ¿Acaso en el béisbol lo normal es nombrar como mánager a burócrata, no a antiguos jugadores de béisbol? La modalidad de administradores se utiliza en otros países, pero son sociedades organizadas, allí primero se crearon los doctorados en gestión de sistema de salud o administración hospitalaria, con un adecuado proceso de entrenamiento. Aquí como siempre solo se quiere improvisar, sin crear la zapata necesaria, existe un curso de gerencia hospitalaria a nivel privado que necesariamente no es una garantía para expulsar a directores y subdirectores avezados al diario vivir del hospital y otros miembros del “staff” preparados por el básico escalafón de la vida hospitalaria. Esto me recuerda al inefable Mario Vargas Llosa y su novela Pantaleón y las visitadoras. El circunspecto capitán de intendencia Pantalón Pantoja recibió la orden de organizar un servicio de visitadoras (prostitutas) para desahogo de los soldados ubicados en una zona selvática. El capitán no conocía los ámbitos de la vida mundana y sufrió enormes desventuras en su labor de técnico militar en un servicio que reiteramos ignoraba su intríngulis, pero se empeñaba en cumplir respetuosamente en atención a órdenes superiores. En el caso del experimento hospitalario no serán culpables aquellos que no conocen la rutina del hospital, sino los cerebros que remedando la fantasía de Mario Vargas Llosa quieren colocar capitanes Pantoja en la dirección de esos centros.

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