ANGEL BARRIUSO
Mucha gente recuerda la llegada de Balaguer en los años sesenta, y siempre cuentan que asumió personalmente la reactivación del CEA. Años después lo sustituyó en el poder don Antonio Guzmán Fernández, y aún se habla de la valentía con cual enfrentó a los policías y militares que todavía en 1978 llamaban «enemigos del pueblo». Se repite que Guzmán aumentó el salario mínimo.
Estos y otros hechos pueden ser enumerados para observar que los gobiernos necesitan de la aplicación de medidas de impacto popular en sus primeros meses. Por ejemplo, en estos primeros cien días del gobierno de Leonel Fernández se pudo organizar un programa mínimo de acciones focalizadas en aspectos que desde el inicio de la campaña electoral agobian a la población.
Pienso que el restablecimiento del servicio de la energía eléctrica hubiese permitido reactivar sectores productivos y de servicios y, de ñapa, aligerar la carga a los hogares ricos y pobres, puesto que este país ha estado paralizado, sin exageración alguna, por culpa de decisiones gubernamentales medalaganarias. Pagamos bien caro un servicio energético y recibimos apagones.
El sector eléctrico constituye un reclamo popular.
Ahora bien, ¿es la energía eléctrica un lujo? ¿Es un recurso innecesario, fácilmente sustituible? ¿Importa poco que haya o no energía eléctrica?
Ningún país puede echar hacia adelante sin energía eléctrica. Esto quiere decir que el primer gran encuentro de nuestras autoridades gubernamentales debió producirse con el sector eléctrico y trabajar, durante los cien primeros días, con un plan de consenso entre las partes. De esa manera estaríamos aplicando una medida de impacto popular y, paralelamente, el sector eléctrico gubernamental debió concentrarse en diseñar una estrategia de solución definitiva de su crisis, partiendo del enfoque de que la energía es desarrollo.
¿Cómo podríamos sustentar la energía como fundamento para el desarrollo de nuestra economía?
Cualquier iniciativa en esta dirección tendría que desembocar en la revisión de la estructura del costo y plantearnos la posibilidad de abaratar la energía servida, partiendo de la primicia de que, por encima de todo, la tarea primordial es incentivar la inversión de nuevos capitales y fortalecer las inversiones. Los costos operativos son muy altos en República Dominicana.
El otro elemento del cual viene hablándose desde hace más de seis meses es la confianza, y hablar de tal cosa tiene un carácter subjetivo puesto que es un elemento intangible, no es palpable. Sin embargo, puede medirse. Son «señales» y/o patrones conformados por la actitud del Poder Ejecutivo, el presidente de la República como eje central e individual del poder político, en y las relaciones Estado-sociedad.