Medio ambiente: a la deriva (1 de 2)

Medio ambiente: a la deriva (1 de 2)

RAFAEL AUGUSTO SÁNCHEZ HIJO
“Por todas partes se advierten indicios de que la naturaleza protesta cuando se le viola y no se le ama. Si esto sigue adelante, la víctima puede morir de amargura e indignación, y con ella todos aquellos a quienes alimenta”. Peter Tompkins.

Ningún ser humano consciente que viva en esta tierra de Duarte y Luperón podrá desentenderse y pasar por alto la importante y necesaria protección de nuestro ecosistema.

De mi parte, mientras me quede un hálito de vida, no me cansaré de destacar la importancia y lo vital que es la preservación de nuestro medioambiente. Esa parte integrante de nuestro lar no nos pertenece. Eso es propiedad y legado de nuestros hijos y demás descendientes.

Los desafueros y violaciones cometidos contra éste se irán reflejando y manifestando cada vez con mayor crudeza con todo lo que envuelven ellos mismos. Algunas de esas manifestaciones más importantes son la escasez de agua, un clima cada vez más caliente y el decrecimiento de los sectores agrícola e industrial.

Si no podemos perder de vista a nuestros vecinos y hermanos de la parte occidental de esta pequeña geografía insular, reconocidos depredadores por sus saqueos forestales en aquel lado y los que, traspasando la frontera nos infringen en el nuestro, mucho menos podemos pasar desapercibidos a los violadores ecológicos del patio. Nuestro Síndico de la capital ha hecho gala de ofensas al medioambiente. Para muestra, solo tenemos que pasar por la Avenida Jiménez Moya del Banco de Reservas hacia abajo. Las hermosas caobas que adornaban esa transitada vía ya no existen. Ese panorama no solo es aterrador y caliente, sino deprimente. Unas palmas que no protegen en nada del sol, las altas temperaturas y una grama seca hacen de este espectáculo algo que nuestra sensibilidad humana rechaza. Esa misma barbarie ya ha llegado a la Lincoln desde la Jacinto Mañón hacia el sur, donde se sigue el mismo patrón.

Los regidores del Cabildo capitalino acaban de hacer uso de su poder edilicio para autorizar el cerco de una de las pocas áreas verdes de que todavía dispone la ciudad.

Afortunadamente, en la coyuntura de la confrontación electoral actual, el Alcalde ha dispuesto echar hacia atrás esa decisión. Y aunque sea por motivos electorales, hay que agradecerle ese gesto. Ojalá siguiera en esa sensata directriz hasta el último día de su mandato.

Al violar la virginidad de un bosque o de una espesura, siempre habrá un impacto ambiental. Poco o mucho. Pero siempre se cosechará algún daño al medioambiente.

Cuando se construyó la avenida Germosén (continuación de la José Contreras) la temperatura del entorno aumentó un 4%. Cabría preguntar si el desarrollo de la ciudad exigía esa avenida. Quizás debió ser imprescindible, no lo sé, pero de todas maneras hubo que pagar su precio.

Sabemos de la importancia que tiene el turismo desde hace algunos años en nuestro país, pero no se puede depender exclusivamente de este sector. Por el camino que vamos podríamos llegar a convertirnos, casi exclusivamente, en un país turístico y productor de servicios pero no de bienes, ya que éstos estarían sometidos a un régimen de competitividad que es muy cuestionable en nuestra realidad. El rubro agrícola va en decadencia y podríamos convertirnos de país productor y exportador de vegetales, en importador de los mismos, como ha sucedido con el azúcar en algún momento. Es muy discutible la expansión excesiva del turismo y esa monodependencia sin un equilibrio de los demás sectores productivos. Un país de origen y tradición agrícola debe propiciar al sector agropecuario una vigencia que permita coadyuvar con una exportación de bienes que, junto al turismo, permita una captación fluida de divisas. También debemos aplicar este razonamiento al sector industrial y al de zona franca. Es necesario otorgar todas las facilidades e incentivos a estos sectores para que puedan competir y exportar. Parangonando la dependencia del turismo con el sector agrícola, podríamos afirmar que sería una especie de “monocultivo”. El monocultivo de la caña nos trajo muchos beneficios durante un buen tiempo, y ¿Qué pasó cuando el precio del azúcar se desplomó en el mercado internacional?

¿Cuántos problemas económicos le acarreó al país? ¿Qué sucedería con el turismo si volviera un “David” o un “San Zenón”?.

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