Medio ambiente
La tierra: esa gran desconocida

<STRONG>Medio ambiente<BR></STRONG>La tierra: esa gran desconocida

POR AINHOA DEL CASO
Toda la humanidad vive en un mismo planeta: La Tierra. Los seres humanos somos el exponente máximo de su evolución y formamos parte de ella, por lo tanto, cualquier cosa que le ocurra a ella, nos repercutirá sobre nosotros.

Cada día al despertar, abrimos los ojos al mundo. Y quizás alguna vez nos hemos preguntado por qué estamos aquí, pero ¿alguna vez nos hemos preguntado cómo es el lugar dónde vivimos?

Si viéramos la Tierra desde el espacio, su trayectoria alrededor del Sol, podríamos asemejarla al viaje de una inmensa nave espacial dentro de la cual vamos más de 6.000 millones de seres humanos, el reino humano. Dentro de esta nave, en el mismo viaje van con nosotros otros reinos: el reino mineral, el reino vegetal y el reino animal. Cada uno de estos reinos es único e irrepetible y no pueden vivir los unos sin los otros, cada uno de ellos es imprescindible para la vida.

El reino mineral es el sustento de toda la vida, es el sustrato sobre el cual las plantas, los animales y los seres humanos podemos vivir y nos da los elementos que forman y mantienen la estructura de nuestros cuerpos.

El reino vegetal transforma las radiaciones solares que llegan del Sol a la Tierra en energía vital que, de este modo, puede ser asimilada por los animales y por el hombre. A través de la alquimia de la fotosíntesis, las plantas transforman la luz solar en los compuestos indispensables para la vida.

El reino animal dispone de movilidad y de instintos y puede cerrar el ciclo mágico de la alquimia de la vida, que comienza en el suelo, que es transformado por las plantas para incorporar las propiedades minerales a los vegetales, que a su vez se vuelve carne en los animales y, por supuesto, en el hombre.

En la cima de la pirámide de los reinos, se encuentra el hombre. Este es el nivel máximo de la evolución en estos momentos, y por ello contiene a todos los reinos que le preceden en la escala de esa evolución. Los seres humano contenemos al reino mineral (minerales como el hierro), al reino vegetal (la capacidad de transformar la luz del sol en elementos imprescindibles) y al reino animal (todos los instintos que nos permiten mantener la vida).

Como cada uno de esos reinos, el ser humano también ha desarrollado una cualidad diferenciadora: la mente. La mente humana contiene en sí misma todas las potencialidades, cada uno de los inventos y descubrimientos que ha realizado el hombre en su historia se han producido gracias a que alguien fue capaz de pensarlo y llevarlo a una realidad tangible.

Toda esta vida se sustenta sobre una única casa, un único hogar (un único Oikos) la Tierra. Hoy en día, diversas teorías científicas (la más conocida de ellas, la hipótesis Gaia) mantienen que la Tierra es un Ser Vivo, un único ser con una entidad propia, sobre el que se desarrolla la Vida. Dentro de estas teorías, cada uno de los seres que constituyen los reinos de la tierra (mineral, vegetal, animal y humano) son pequeñas células de ese macroorganismo. Y, tal y como sucede en el cuerpo humano, cada una de estas células ocupa el lugar que le corresponde y realiza la función asociada a dicha ubicación. Cada una de las células es importante para la vida del todo mayor, el organismo humano y lo mismo ocurre con La Tierra.

En la Tierra, cada organismo, ya sea un mineral, una planta, un animal o un ser humano, ha de ocupar el lugar que le corresponde y ha de realizar la función asignada para el equilibrio del todo mayor, la Tierra. Cuando esto se desequilibra, entonces aparecen las enfermedades en los ecosistemas y los desequilibrios en los vectores ambientales.

El hombre, forma parte de la Tierra, y por ello contiene en su cuerpo cada uno de sus elementos, es decir el aire, el agua, la tierra y el fuego.

El aire de la Tierra es la atmósfera. Nosotros nos volvemos atmósfera cada vez que respiramos, porque inhalamos el aire, lo introducimos en nuestros pulmones y de ahí en cada una de nuestras células y después lo exhalamos transformado al mundo. Es como si fuéramos un pequeño viento, como si nuestros pulmones fueran una pequeña atmósfera.

El agua de la Tierra es la hidrosfera, son los mares, los lagos y los ríos, el agua congelada de los polos y el agua evaporada en las nubes. El cuerpo humano está constituido por un 80% de agua, tenemos un mar interior donde nuestras células nadan, e incluso las mismas células son un mar en su interior. Somos un mar en movimiento.

La tierra de la propia Tierra es la litosfera, es el suelo que sustenta la vida, es tan primordial que da nombre a nuestro planeta. Es ese reino mineral del que hablábamos antes, que nos da la estructura para que podamos vivir. Sin minerales no tendríamos esqueleto, no tendría sustancia nuestra sangre. Toda nuestra estructura es mineral.

El fuego es la energía y la vida necesita alimentarse permanentemente de combustible. En el caso del cuerpo humano, este combustible dependerá de cada momento, puede ser la energía de la luz, o la energía de los alimentos, o la energía de un abrazo…

Somos por lo tanto tierra y además hemos sido capaces, como reino, de transformar esas «materias primas» de la Tierra (el aire, el agua, la tierra y el fuego) en un ser con un cuerpo físico, unas emociones y una mente. (Tomado de “En Buenas Manos”)

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