La Plaza de San Pedro y sus proximidades estuvieron hoy repletas, con la asistencia de medio millón de personas, aproximadamente, para la misa de Resurrección. La concurrencia fue igual a la ocasión en que se beatificó a Juan Pablo Segundo, el primero de mayo de 2011.

“Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero «Surrexit Christus, spes mea» – «Resucitó Cristo, mi esperanza»”, saludó el papa Benedicto XVI al iniciar la homilía.

Dijo que, en este mundo, la esperanza no puede dejar de hacer cuentas con la dureza del mal. “No es solamente el muro de la muerte lo que la obstaculiza, sino más aún las puntas aguzadas de la envidia y el orgullo, de la mentira y de la violencia”, explicó Su Santidad.

Pidió esperanza para Oriente Próximo, especialmente, que en Siria se detenga el derramamiento de sangre y se tome la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación.  Además, solicitó acogida y solidaridad para los refugiados que han huido de allí.

También, imploró por la estabilidad y el desarrollo del pueblo iraquí y que israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz.

Finalmente, rogó al “Señor, vencedor del mal y de la muerte”, sustentar a las comunidades cristianas de África. Suplicó paz y estabilidad, para Malí y energías necesarias para que Nigeria, construya una sociedad pacífica y respetuosa de la libertad religiosa de sus ciudadanos.