Meditación de Navidad (visión cristiana)

Meditación de Navidad (visión cristiana)

SANTIAGO DE LA FUENTE, SJ
Navidad es el festejo del origen de nuestra condición humana, y no sólo el cumpleaños de Jesús hecho hombre. En Jesús nace el prototipo del ser humano, el Primero y el Ultimo. Navidad es la invitación a creer que el proyecto de Dios ni comenzó ni terminará en la maldad operante de nuestro hoy.

Navidad es la sabiduría de Dios que continúa impresionando por sus «contrastes». Siendo creador se hace creatura. Siendo Rico se hace pobre. Siendo Pastor se hace cordero. Siendo la Luz viene a las tinieblas. Siendo Santo se mezcla con los pecadores. Siendo el Máximo se hace el mínimo. Siendo Rey se hace esclavo.

Siendo el Señor se hace el servidor de todos. Siendo el Maestro se hace aprendiz. Siendo la Vida se deja llevar a la muerte. Siendo la Ternura permite ser burlado, insultado, ultrajado. Siendo quien tiene el Poder para juzgar, permite ser juzgado injustamente. Siendo el Amor, acepta el desprecio, la negación y la tracción de sus amados.

Navidad es salvación que llega a través del descenso. Es el «fundamento de la humildad y la razón de ser del ofertorio para la santidad», el Abajamiento, la Generosidad, la «Desapego» a los afectos desordenados.

Navidad es sorpresa de contradicción. Dios muestra su Grandeza desde la pequeñez. Pide el consentimiento a sus criaturas para obrar la Salvación. Se hace hombre en una Virgen. Nace fuera de la tierra de sus padres. Nace en un refugio para animales. No busca el reconocimiento, no se hace temer. Se hace amamantar, abrazar, cuidar, educar y hasta ayudar por sus «iguales» e inferiores.

El «esperado» llega inadvertido. El «Mesías» llega sin ungimientos. El Creador es ahora y para siempre «creatura». Poder que da Vida asume la indefensión impotente de las desgracias del mal. La Salud asume la enfermedad. La Paz asume la discordia, el Pan vivo asume el hambre.

Navidad es novedad, porque Dios «vino a hacer nuevas todas las cosas».

A continuación, una carta a jesús de Juan Berli, jesuita argentino:

Querido Jesús:

Como todos los años, en muchos lugares «arman el pesebre». Símbolo de cómo llegaste y cómo «quisiste ser» en tu humanidad. Y al mismo tiempo, denuncia al «hoy» de nuestro mundo insolidario.

Estás pequeño, desnudo y recostado, rodeado de pastores y gente sencilla, pobre, despreciada o tenida por «nada», baja, vaga y peligrosa, gente que sigue siendo la mayoría de la humanidad. Tu pobreza y tu abajamiento caracterizaron «tu modo de ser y de compartir. Y por eso, al empezar la misa -memorial de tu vida y tu donación- te pedimos: Tú, que te has hecho pobre, para enriquecernos: Señor, ayúdanos, ten piedad».

También están tres sabios, gente que busca la verdad y está dispuesta a caminar lejos para encontrarla. Son los que no se dejan engañar por este mundo, sustancialmente egoísta, elitista, insensible y prepotente. Esos «sabios» no abundan, pero siempre hay muchos.

Y en el centro del «nacimiento» está José, como uno de tantos trabajadores silenciosos y anónimos a lo largo de la historia, que siguen transformando la realidad en algo digno para disfrutar. Y María, tu madre, la buena esposa, y vecina que como tantas mujeres se han tomado en serio esa dedicación apasionada por la vida. Tus padres, como en tantos hogares, son los que mantienen al mundo en pie como un hogar para el reposo del Amor de Dios.

Y un poco más lejos del pesebre, puedo contemplar al rey Herodes, que sigue matando niños sin piedad. UNICEF ha dicho que la mitad de los 2000 millones de niños que hay en el mundo viven en pobreza y miseria, Herodes, en sus distintas «versiones», sigue suelto y muy activo.

Pero en tu nacimiento hayan esperanza que no muere. Una estrella que irradia luz a todo aquel que quiera caminar en busca de la verdad, la justicia y la paz.

Que en esta navidad podamos decirte, convencidos: «¡contá conmigo, para «hacer con vos, la redención del género humano».

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