Mejor prevenir que mitigar

Mejor prevenir que mitigar

Siempre que la naturaleza deja sentir su fiereza, especialmente en temporada ciclónica, es inevitable que lleguen a la mente nombres de sectores como Moscú, La Barquita, La Ciénaga y otros similares. Son lugares muy vulnerables a las inundaciones, a los desbordamientos de ríos.

Cada año, el Gobierno incluye en el presupuesto general partidas para mitigación de desastres, posiblemente en atención a la vulnerabilidad de ciertos sectores. Paralelamente, asigna fondos para megaobras que mayormente benefician zonas urbanas.

Es inexplicable que teniendo las autoridades y todo el mundo claramente identificados los sitios poblados altamente vulnerables, el Gobierno jamás haya puesto entre sus prioridades destinar fondos para el traslado de familias en situación de peligro y para prohibir que se construya en esos lugares

La prevención del desastre siempre será mejor fórmula que la mitigación de sus efectos. Si están identificados los lugares en que el  peligro es inminente, no se entiende que no haya previsión para evitar que la gente los habite.

La planificación en materia de  políticas sociales debe tener muy en cuenta la prevención. Se vacuna para evitar tener que curar, para evitar que la enfermedad ataque. No debe haber diferencia entre esto y evitar tener que mitigar los efectos del desastre.

La vida útil de la Constitución

Un estatuto de nación, una Constitución, debe ser un instrumento concebido para durar, que solo pueda ser modificado cuando una causa nacional de índole institucional así lo determine. Debería, por así decirlo, ser resistente a los caprichos y apetitos de los grupos de la sociedad, sobre todo cuando se trate de distribuir o administrar el poder público.

En este contexto ha habido bastante pronunciamientos. Varios obispos han planteado la necesidad de que la Constitucíon, que aún no cumple su primer año de vigencia, sea mantenida y respetada tal como fue aprobada.

En algunos países, como Estados Unidos, la integridad de la Constitución ha sobrevivido a todas las situaciones.

Los dominicanos, con los políticos en primera línea, tenemos que luchar por regirnos por  una Constitución a prueba de apetitos grupales de poder.

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