Mejora su promedio

Mejora su promedio

Mejorar el rendimiento escolar es posible. Ante los problemas en los estudios de los alumnos, conviene saber que es necesario que los padres y madres reaccionen cuanto antes. Así se evitarán que se prolonguen a lo largo de toda la etapa escolar. Sino se atajan antes, las dificultades se manifestarán con toda su crudeza en la educación secundaria.

En este sentido es importante por tanto la constancia y tener en cuenta una serie de factores:

No hay que dejarse llevar por el dramatismo de los malos resultados; no comparar a los niños y niñas con otros y menos en términos negativos, para no crearles inseguridad; no hacerles sentirse culpables y buscar alternativas de forma conjunta; es necesario un equilibrio entre firmeza (autoridad) y tolerancia (comprensión); debe existir un cumplimiento de un mínimo de normas y horarios que concilien la vida laboral y la escolar; permitirles tomar decisiones para que sean responsables en función de su edad; es trascendental un diálogo entre padres e hijos. Al igual que es primordial que en el centro escolar exista una comunicación entre padres y tutores con el conocimiento de los niños, para resolver los problemas conjuntamente; a su vez, existen unas conductas que hacen posible el desarrollo de la motivación: establecer metas alcanzables; enseñarles a atribuir el éxito a su esfuerzo; reforzarles continua y positivamente por todos y cada uno de sus logros; proporcionarles modelos de conducta útiles para su vida diaria; enseñarles técnicas de estudio personalizadas. Que un niño o niña sea o no buen estudiante depende principalmente de él mismo, aunque en su rendimiento escolar también incidan otros factores personales, familiares, culturales, económicos, escolares y sociales.

Podemos encontrar algunos “trucos” o formas de prevenir o de ayudar a desarrollar aptitudes que enriquezcan el aprendizaje y el rendimiento escolar de nuestros hijos. Entre ellas:

Recompensar mediante el elogio o el reconocimiento los esfuerzos de los niños, no sólo el resultado final, adecuando las metas y nuestras expectativas a sus capacidades, cuidar el exceso de recompensas materiales haciéndolas depender de las consecuciones del niño. Si somos demasiado indulgentes, podría interferir en la motivación interna del mismo llevándole a actuar exclusivamente por la recompensa esperada y perdiendo la auto recompensa de la satisfacción del “trabajo bien hecho”. Enseñarle la autodisciplina estableciendo límites precisos y expectativas claras.

La clave

lave

1. Guíale

Sólo sirve de guía en sus tareas escolares no se las hagas. Supervísalo, no lo controles; si hace sus deberes porque estamos ahí, en nuestra ausencia se negarán a hacerlos, porque la recompensa para él será nuestra compañía, nuestra atención, no el trabajo que él es capaz de realizarlo solo. Foméntales pasión por el aprendizaje mostrando interés por sus trabajos y diciéndole que sí puede..

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