Mejoremos el criterio

Mejoremos el criterio

El Gobierno ha anunciado la inversión de RD$279.7 millones de pesos para mejorar los servicios de salud. A grandes rasgos, se plantea la remodelación, ampliación y equipamiento de hospitales, centros y subcentros, así como la posible construcción de un nuevo hospital de traumatología en la provincia Santo Domingo.

Sin tocar el aspecto cuantitativo de la inversión anunciada, pues la cifra será suficiente o insuficiente dependiendo de la profundidad de la mejora en los servicios de salud, hay que formular una que otra observación partiendo de experiencias pasadas.

Aquí los gobiernos, todos, han pecado de iniciar obras y luego paralizarlas más tiempo de lo razonable, lo que termina aumentando considerablemente el costo de las obras de que se trate. Ha ocurrido con reparaciones y remodelaciones de hospitales, así como con la construcción de otros, como fue el caso del Marcelino Vélez, de Herrera.

Al margen de los servicios sanitarios también se ha incurrido en la misma falta. El nuevo edificio de la Suprema Corte de Justicia es un ejemplo.

Sabemos que la inversión en materia de salud debe ser permanente, como es permanente la demanda de servicios de esa naturaleza en una población mayoritariamente pobre.

Aspiramos a que todo cuanto se haya planificado para mejorar los servicios sanitarios se haga en tiempo prudente, sin festinaciones, pero sin paralizaciones y tardanzas injustificables.

La inversión en salud es una prioridad, pero siempre que se la administre y ejecute oportunamente. Mejoremos el criterio.

Un paso de avance

Una de las peores taras para cualquier institución es que las influencias y padrinazgos logren superponerse a las reglas y escalafones.

En nuestro país ese ha sido un vicio bien arraigado, posiblemente herencia de un trujillato durante el cual -31 años- los caprichos del tirano estaban por encima de toda regla o ley. Más allá de la dictadura, esta práctica nociva tuvo relieves escandalosos durante los períodos de mandato del fenecido líder reformista Joaquín Balaguer y en ejercicios de otros políticos en el poder.

Muchos ascensos de rangos para militares y policías generalmente han sido determinados por influencias y padrinazgos, en perjuicio de las disposiciones de escalafón.

Por eso satisface que en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional se haya adoptado la decisión de examinar a cada aspirante a ser promovido de rango, para establecer si llena los requisitos de capacidad y preparación para merecerlo.

Para muchos militares y policías bien preparados, pero que injustamente han permanecido «varados» en sus rangos por carecer de padrinos, comienza una etapa en que podrán optar por ascensos en la medida de sus capacidades, sin temor a ser relegados por advenedizos sin preparación ni tiempo reglamentario para ascender.

La promoción en base al respeto absoluto de los requisitos del escalafón es la mejor herramienta de profilaxis que puede emplearse para mantener sana y vigorosa a una institución castrense o policial, y es el mejor estímulo para que sus integrantes se esfuercen por mejorar cada día más. Se ha dado un paso de avance.

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