Desde muy pequeña descubrió su pasión por la medicina. Aunque al inicio de la carrera se interesó por la pediatría, al final incursionó en la cirugía general y la laparoscópica.
El hecho de hacer su pasantía en un campo de Moca llamado Los López, despertó en ella esa identificación y amor especial por las personas vulnerables o de escasos recursos económicos, que no solo requieren de una atención médica, sino de alguien que les escuche y oriente sobre situaciones diversas del entorno.
Desde hace dos años trabaja en el Instituto de Especialidades Médicas “Doctor José Gregorio Hernández” de Moca, provincia Espaillat, donde a diario recibe un promedio de 10 personas en la tarde, mientras que en la mañana se dedica a visitarles casa por casa.
“Yo hago curas ambulatorias, me traslado a los campos a visitar a los pacientes que no pueden ir a la clínica. Es algo chulísimo porque, entonces, una termina siendo como parte de la familia”, expresó visiblemente emocionada la especialista, al ser entrevistada para La Esquina Joven de Hoy.
En ocasiones, se hace acompañar de su hijo de tres años. “Me gusta que el niño vea a su madre limpiando los pies a un enfermo. Ese es mi mejor ejemplo, mi mejor enseñanza para que aprenda a ser humilde. Esa es la medicina más romántica y es la que a mí me gusta. No me visualizo trabajando en la Capital, porque eso arruinaría mi visión romántica de ejercer la medicina. Yo no quiero cambiar mi mística de hacer las cosas por pasión y no por dinero”, dice.
Expresó que esto le ha funcionado y que muchos pacientes prefieren sus servicios ante otros colegas.
“Si quieres ser indispensable, tienes que hacer algo diferente a los demás. Si hago lo mismo que mis colegas, sería una más y los pacientes no me preferirían. Nadie puede ser excelente profesional si no es buena persona”, enfatizó.
Dice que por su juventud y cualidades físicas (rubia de ojos vedes), algunos pacientes se muestran incrédulos al momento de acudir a una cita, pero luego de que se someten al proceso hasta le piden disculpas por dudar de su capacidad y le expresan gratitud por el excelente manejo. Es una fiel creyente en Dios y recuerda que cada vez que va a intervenir a una persona se encomienda al Todopoderoso para que haga su obra a través de ella.
Ambiente laboral. En el centro laboran 84 médicos especialistas. Ella es parte de la última generación. Expresó que existe allí un excelente ambiente laboral y que los de más edad y experiencia siempre muestran gran disposición de colaboración.
“Me gusta que los pacientes se sientan seguros cuando están conmigo, pero no por mí, sino por Dios. Mis manos son las de Dios”, recalcó. Hace poco, la doctora Guzmán recibió un reconocimiento por parte de la Organización Internacional para la Capacitación e Investigación Médica (Iocim), denominado “Prize to medical by achievement for better life” (Premio al médico por lograr una mejor vida a los pacientes).
Esta distinción le dio la oportunidad de exponer el 23 de abril en el XXXI Congreso Internacional del organismo internacional, celebrado en Santiago de Chile, sobre el pie diabético y los resultados óptimos que ha tenido con sus terapias de cura.
Durante el último año la doctora Guzmán atendió 156 pacientes, de los cuales un 10 por ciento resultaron diabéticos. El 56 por ciento era de sexo femenino.
La doctora Guzmán explicó que en la República Dominicana no existen protocolos para atender el pie diabético, lo que constituye una debilidad.
Durante el conversatorio, la médica manifestó su preocupación por la gran cantidad de traumas físicos producto de accidentes de tránsito. “Muchos pacientes quedan con discapacidad física para producir y eso afecta el desarrollo del país porque es un ente productivo que se pierde”, precisó.