Memoria de un territorio desvertebrado (5)

Memoria de un territorio desvertebrado (5)

¿Quién se recuerda de Allen, Emily, Gilbert, Hortense? Formaron parte de los 480 eventos climáticos que entre 1980 y 1989 azotaron al país y es en esos años que el Banco Mundial impuso su nuevo léxico sobre fenómenos naturales: amenazas, riesgos y vulnerabilidad. ¿Por qué esa novedad? Por el monto de los daños económicos, cada vez más cuantiosos –cambio climático emergente- que las compañías de seguro debían enfrentar a la hora de la indemnización. Entonces, se “ecologizaron las relaciones sociales” se clasificaron las amenazas, se jerarquizaron los riesgos y se “monetarizo” la vulnerabilidad, para determinar las primas a cobrar y las indemnizaciones a devengar post-evento. El discurso sobre la marginalidad, la pobreza y el no acceso a la propiedad de la tierra desaparecieron- y se magnificó a partir de entonces, los efectos de los ciclones y sus vientos. En 1998, llegó el ciclón George, se recuerda como uno de los peores eventos político-naturales de la historia de Dominicana: el ciclón se acercaba pero se minimizaba su potencia, su inminencia, llegó por el Este y se desplazó hacia el Suroeste del país, sin que los refugios fueran habilitados mientras los vientos de 200 km/ hora y las lluvias intensas y prolongadas causaban muertes y destrucciones, se contabilizaron en más de 300 y la CEPAL evaluaría en US$6,500 millones el monto de los daños. Por primera vez, los hoteles del Este sufrieron pérdidas por más de US$175 millones, 112 puentes se derrumbaron, 1,334 escuelas, 175,000 viviendas destruidas, 87 hospitales, 214 acueductos, 2000 km de caminos vecinales, zonas francas, sin recordar el desastre en las plantaciones de cacao, café y aguacates. Nadie olvida Mesopotamia, Tamayo, Fondo Negro, Jaquimeyes, bajo aguas y lodo del Yaque, pérdidas humanas y económicas cuantiosas. La torpeza de las autoridades se evidenciaba por la inexperiencia, el mal manejo del desfogue de Sabana Yegua, por las medidas de evacuación tardías, la lentitud, la desorganización y la falta de coordinación. ¿Se recuerdan Cambita, Los Cacaos con su escuela-refugio sepultada por el rio? Por suerte la lección fue aprendida, se formó personal técnico, se despolitizó la Defensa Civil y el sistema de alerta se volvió eficaz y prudente.
Lo que no cambio son las acciones, post ciclón: la rehabilitación y la reconstrucción, las dos fases post ciclón, tardaron, la nueva Mesopotamia no se termina todavía, se construyó un muro de contención en Tamayo que el Yaque del Sur se llevara a la próxima crecida, Jaquimeyes sigue en el mismo lugar.
la presa de Monte Grande sigue siendo una promesa electoral. No se contempló la obligatoriedad de construir albergues como una nueva obra resiliente, ni la reubicación de la población en zonas no inundables, ni nuevas normas de construcción para las escuelas, los puentes, carreteras, caminos y hospitales, ni la captación de tierras seguras para las obras del Estado. Lo que se evidenció con George es la ruralidad del país negada en las estadísticas oficiales, la precariedad de lo “construido” en esa zona, el no acceso a tierras seguras, lo que expone dramáticamente la gente a la muerte.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas