Memoria de un territorio desvertebrado (7)

Memoria de un territorio desvertebrado (7)

El episodio del rockash depositado en Samaná y Manzanillo desacreditaría la gestión ambiental del gobierno 2000-2004 que debió, además, enfrentar las inundaciones del 2003 en el Bajo Yaque y la embestida de la tormenta Jeanne en septiembre del mismo año. Ésta dejaría daños en la zona de Punta Cana en más de US$331 millones y daba una alerta y una señal. La gestión ambiental que le seguiría no tendría brillo, había paralizado marullas contra las áreas protegidas, pero la extracción de arena de los ríos, los incendios forestales y la erosión de las playas demostraban la ineficiencia. El país, la capital no había diferencia. Las críticas se centraban contra la “impermeabilización” de la Capital, las odiosas piscinas en un Malecón que algunos verían desde una Isla Artificial que nos transformaría en “Miami chiquito”. Al final de noviembre -diciembre 2007, dos tormentas, Noel y Olga iban a despertarnos del sueño. Como es la regla en el país, llegaron sin alarmas, venían fuera de temporada y se minimizó otra vez sus impactos, eso sí llovía mucho. Se repetirían las mismas situaciones: las malas ubicaciones se evidenciaron de nuevo, como en el Duey, en Maimón, hasta los multifamiliares de Balaguer se inundaron hasta la segunda planta en San Francisco, en Barracote. La presa de Taveras sepultaba otra vez el Bajo Yaque y la gente, también la producción agrícola en el Yuna hacía lo mismo al Este, mientras el Ocoa, el Nizao y el Jura inundaban el Sur. Allá, el canal Trujillo cedía y veíamos los plátanos bajo agua, la gente también. San Cristóbal, San José de Ocoa, Padre Las Casas, Azua, Oviedo exhibían otra vez las mismas tragedias. El BID evaluaba a US$ 439 millones los daños, 87 muertos, 42 desaparecidos, 76,000 personas refugiadas, 19,688 viviendas afectadas, 16,500 a reparar, 3,800 destruidas, el 90% de las familias en estado de pobreza y una mayoría de mujeres jefas de hogar. Más de 296 escuelas afectadas, 235 a reparar, 43 puentes destruidos, 31 carreteras, canales de riego inservibles, diques, bombas de agua, 156 acueductos dañados, etc. Otra vez, a reconstruir lo que se acababa de reparar o de construir. La CEPAL decía así en su evaluación: “se evidencia la creciente reducida capacidad de sustentación y desagüe de los tres principales ríos del país, los aproches de los puentes son deficientes, la luz (ancho) de los puentes y de los terraplenes son muy pequeños… y los canales están sedimentados”… Recomendaba “la instauración de la planificación territorial en el país, la reubicación de poblaciones aisladas y de sus actividades frente al cambio climático a la base de la recurrencia de los desastres, la recuperación de las cuencas hidrográficas y un mejor manejo y gestión del agua para conseguir una reducción de los riesgos y mejorar la salud”. David nos costó US$2,655 millones: George US$3,116 millones, Jeanne US$331 millones y Noel US$439 millones. ¿Fatalidad?

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