Memoria, Euclides, recuerdos y gramatiquerías

Memoria, Euclides, recuerdos y gramatiquerías

Me inclino, cargado de admiración, ante las personas dueñas de una prodigiosa memoria –como es Euclides Gutiérrez  Félix, quien recuerda  con enorme facilidad nombres y apellidos, apodos y direcciones, hábitos, relaciones e historia familiar de multitud de personajes de antaño y hogaño.

   No es mi caso.

   Hasta hace dos o tres días, creía que mi recuerdo más remoto se enclavaba en mis siete años, cuando empezaba a estudiar violín en tiempos en que diciembre era frío y me hacían poner un diminuto abrigo de lana azul con botones en forma de rombos para protegerme del vientecillo que tiraba ráfagas en aquella esquina de Gazcue donde vivíamos.

   Pero un reciente encuentro de Supermercado ha venido a sacarme del error.

   Resulta que mi primer recuerdo fuerte está unido a una visita a don José Peña, en 1937 –yo tenía apenas seis años. 

Don José le anunció  a mi padre  que Trujillo acababa de disponer la puesta en circulación de una moneda nacional –metálica- que habría de  sustituir la vigente  moneda norteamericana  que circulaba oficialmente en el país desde tiempos de la primera Intervención Militar yankee (abierta), la de 1916.

   Pero una cosa conecta a otra. Esta semana me he tropezado con un hijo de don José   que, como es de suponer, no reconocí, pero él tuvo el buen gusto de identificarse. Le pregunto si un hombre ilustrado y de tan brillante palabra como era su padre no había dejado alguna obra escrita.

   -Pues no –repuso- papá era tan cuidadoso y temeroso de las leyes de la gramática, que hasta escribir una carta le significaba una tortura.

    Entonces recordé un libro de León Daudí titulado “Prontuario del Lenguaje y el Estilo”, bellamente encuadernado en tapa dura, tela verde y letras doradas, editado por EDICIONES ZEUS, Barcelona, 1963, y reiteradamente reimpreso.

Pensé  que podría ser útil a nuestros escritores –especialmente a los jóvenes- conocer algo de esta obra erudita, repleta de ejemplos imbatibles e ilustres citas de grandes figuras de nuestro idioma: “Si los escritores son buenos en  el contenido y en la expresividad  (que son las dos cualidades máximas del escritor) su obra persiste, y de todo lo que los gramáticos han escrito contra ellos, no queda nada”.

   “Pues lo único que de veras importa de un texto es el significado, el acuerdo entre la idea, la palabra y la evocación. El escritor en su obra explica su pensamiento. Cuando ya el tiempo ha tamizado  el peso muerto del lenguaje sólo queda el contenido, aunque a menudo resulta conveniente  adaptarse a nuevas formas gramaticales.

 Facilitadoras para un sediento público mayor.”

    Sea la gramática una herramienta (como hoy lo es la computadora)  para difundir  pensamiento de ayuda. Sugerencia de posibilidades. Vuelo de imaginación.

   Nunca cárcel, cepo o mazmorra.

    Fárrago, monserga y embrollo.

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