Memoria, ficción y vigilia en tres artistas cubanos contemporáneos

Memoria, ficción y vigilia en tres artistas cubanos contemporáneos

POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Oscar Carballo, Eleomar Puente y Gustavo Acosta son tres reconocidos exponentes de la originalidad y vitalidad del arte cubano de la actualidad. Pintores, dibujantes, fugitivos imagineros de la memoria, la excelencia de su practica creadora se impone hoy mas alla de los limites de las islas y nos deja ver los altos niveles de elaboración metafórica que adquieren el tiempo, la apariencia y la realidad en el Caribe contemporáneo.

OSCAR CARBALLO

Nace en Santiago de Cuba  el 4 de agosto de 1951. Realizo   estudios en la Escuela de Arte “José Joaquín Tejada” en la ciudad de Santiago de Cuba, en la Escuela Nacional de Arte (Cubanacán) y en el Instituto Superior de Arte de La Habana. A lo largo de la década de los 70 es fundador del Taller Cultural de Santiago de Cuba, profesor de Diseño, Dibujo y Pintura en la Escuela de Arte “José Joaquín Tejada” de Santiago de Cuba y profesor en la Cátedra de Educación Artística de la Universidad de Oriente. Carballo ha participado en más de cien Exposiciones Colectivas Nacionales e Internacionales. Sus obras se encuentran en colecciones públicas y privadas de Cuba, Alemania, Estados Unidos, México, República Dominicana, Bolivia, Venezuela, Francia, Bulgaria, España, Nicaragua, Ecuador, Chescolovaquia, Polonia, Brasil, Portugal, Colombia, Italia y Yugoslavia. Desde hace más de una década vive y trabaja en Santo Domingo.

Durante los ultimos cinco años la obra pictórica y dibujística de Oscar Carballo evidencia un riguroso proceso de tamizaje o ¿purificación? conceptual. Entre sus más importantes exposiciones individuales  en nuestro país se establecen: ¿Reencuentro con la Memoria?, Museo de Arte Moderno (1993); ¿La Era, Un Mundo Intimo y Otras Cosas?,  Galería Elespacio (2000) y ¿Archivo de Imágenes?, Galería Elespacio (2003). En esta última muestra Oscar Carballo nos sorprendió nuevamente con sus espléndidos alardes de riguroso y apasionado taumaturgo de la ficción. La selección estuvo integrada por 25 dibujos en técnica mixta sobre papel.

Así, ¿Mirada de Perfil?, ¿Parte del Entorno?, ¿Más alla de una Columna?, ¿Beso y Paisaje?, además del excepcional tríptico titulado ?Idea sobre Paisaje?,  constituyen verdaderos espacios fictivos, territorios de la fascinación ante los cuales estalla la evocación del signo ancestral, de la naturaleza, de la fauna, de la arquitectura, de las mitologías cotidianas, del pensamiento y del delirio. Dibujos como ficciones con los que Carballo plasma una deliciosa e inefable espectrología de la memoria. Imágenes mutantes, signos o visiones de lo invisible e inesperado ante las cuales jamás alcanzamos a descifrar su insólita, extraña y enigmática capacidad imagética.

ELOMAR PUENTE

Nació en Santiago de Cuba en 1968. Estudió en la Escuela Provincial de Artes Plásticas José Joaquín Tejada en Santiago de Cuba y en la Academia de Bellas Artes San Alejandro de La Habana, Cuba (1983-1987). Ha expuesto su obra individualmente en importantes galerías y museos de Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Centroamérica y los Estados Unidos y ha sido distinguido con importantes reconocimientos, tales como el Premio de Adquisición en la XXl Bienal Nacional de Artes Visuales, Museo de Arte Moderno, Santo Domingo (1999); Mención de Honor en la Vl Bienal Internacional de la Pintura de Cuenca, Ecuador(1999), Medalla de Oro en la ll Bienal de Pintura del Caribe y Centroamérica, Museo de Arte Moderno, Santo Domingo (1994). Reside en Santo Domingo desde 1993.

Entre sus obras recientes de mayor impacto expresivo y de más profundas implicaciones simbólicas se imponen: ¿Libertad, infinito deseo? (2004), ¿El ocaso del vuelo? (2004), ¿The Political Project?(2004), ¿La Señal? (2004), ?Sentimientos encontrados? (2004), ¿Blue Scape ll? (2004), ¿El oráculo me dijo? ¿La sospecha? (2004), ¿Play the Game? (2004), ¿Coldness? (2003) ¿Testigo Ocular? (2004) y ¿Mágico reencuentro? (2004). En estas deliciosas, enigmáticas e inquietantes imágenes, activa fulminante todo el esplendor de la plasticidad psíquica de nuestro ser y no ser.

 Tal como ya hemos señalado, la de Eleomar Puente es una poética visual materializada sobre el rigor del oficio, sobre las asimilaciones y transmutaciones de los más vitales substratos técnicos y estilísticos de la modernidad pictórica latinoamericana. Especialmente en estos últimos trabajos presentados en la galería de Lyle O. Reitzel (2004), la referencia a la realidad urbana  se instala como imagen de ¿una ciudad sitiada desde adentro?.  Su propuesta visual logra calar en nosotros de manera profunda a la hora de una confrontación intelectiva de las relaciones de poder, de las formas, apariencias o in-consistencias de lo real y lo no real en el Caribe contemporáneo.

GUSTAVO ACOSTA

Me arriesgo a ver las pinturas recientes de Gustavo Acosta (La Habana, Cuba, 1958) como especializadas y enigmáticas deconstrucciones del tiempo, de la luz, de la memoria, de los recintos hipersensibles, ontológicos y fictivos que cifran algunas de las realidades existenciales y experiencias culturales que le ha tocado vivir.

La de Gustavo Acosta, quien reside en la ciudad de Miami desde hace más de diez años,  puede verse como una pintura de dos caras. En esta pintura no es tanto lo que se muestra, sino lo que se llega a ver. Ante su contemplación, quedamos estremecidos y silenciados. Su imponente dominio del dibujo le permite construir en la bidimensión un ilimitado sistema de relaciones que nos llevará a confrontar la aparición de auténticos espacios imaginarios y a percibir un juego interminable de referencias y diferencias estructurales.

De esta manera, el objeto de la ficción como espacio pictórico es casi una prolongación del espacio empírico y en su atenta contemplación uno intenta penetrarlo y tocar el sistema de ejes y ritmos que definen su concreción y materializan la propia estructura de la imagen. En este imaginario podemos ver cómo un artista puede tratar, experimentar, reflexionar, sentir y dialogar sobre ciertas implicaciones sociales, históricas, políticas, culturales y espirituales, a través de una obra que propone lo arquitectónico como signo, como huella, estigma, memoria y ficción de un sujeto que se reafirma en las fachadas y en la estilística de las construcciones monumentales. Edificios, escalinatas, puentes, murallas, arquerías, superficies, postes, alambradas, estructuras interiores y exteriores que no persiguen la representación ilusionista del mundo perceptible o del carácter de fachada de nuestra civilización, sino situarnos ante el hecho cristalino del carácter polisémico del producto artístico contemporáneo.

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