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La Comisión Nacional designada por el presidente Danilo Medina para coordinar los actos conmemorativos de la Gesta de Abril de 1965 y honrar la memoria de quienes combatieron en defensa de la soberanía de la República ha venido impulsando una serie de acciones en recordación de ese magno acontecimiento estimado por personas doctas como el de mayor trascendencia después de la Guerra de Independencia y de la Guerra de la Restauración. También promueven esas exaltaciones el Ministerio de Educación, el Ministerio de Cultura, el Archivo General de la Nación, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la Academia de Ciencia, la Academia de Historia, el Museo de Historia y Geografía, los clubes culturales, las agrupaciones de exmilitares y de excombatientes constitucionalistas lo mismo que otras entidades.
Los jóvenes de la presente generación ya han comenzado a validar muy positivamente el sacrificio de los héroes y combatientes de Abril. Prueba de ello lo constituye el hecho de la notoria presencia de estudiantes de escuelas públicas y de colegios privados en los actos en conmemoración de dicha Gesta. Desde el 1966 hasta la fecha, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo se realizan actos conmemorativos de la Gesta de Abril de 1965. Era de esperarse que así fuera. Como sabemos, el Movimiento Renovador de la UASD fue concebido y proyectado por combatientes y mentores de la Guerra de Abril. Gracias a dicho movimiento de reforma universitaria, miles de jóvenes pertenecientes a familias de bajos ingresos pudieran tener y tienen acceso a los estudios superiores.
En la página 32 y siguientes de su libro de memorias “Navarijo” el doctor Francisco E. Moscoso Puello, refiriéndose al juicio externado por su padre sobre la Independencia y la Restauración, afirma lo siguiente: “Yo no he pensado nunca hasta qué punto mi padre podría tener razón. Pero por mi parte he creído siempre que la República no estaba preparada para su independencia ni en febrero del año 44, ni en agosto del 65. Los dominicanos no tenían entonces, una conciencia clara de lo que es una nación. Aún puede repetirse la frase bien conocida de Narcisazo, el padre de Francisco del Rosario Sánchez, ni en aquellos días, ni en los siguientes, la República estaba preparada para darse instituciones propias. La historia lo ha demostrado. Y aun conviniendo en que los dominicanos pudieran estar preparados, el territorio no contaba con suficientes riquezas naturales, ni con una población suficiente para garantizar el funcionamiento de sus instituciones ni para preservarla de una agresión extraña” (Moscoso Puello; Francisco, “Navarijo” Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 2001).
Diferente a lo ocurrido en 1844 y 1863, la Guerra de Abril de 1965 fue un acontecimiento visto, en su momento y también después, como un salto a lo desconocido y como un comienzo de una nueva época. El 27 de abril de 1965, un día antes de la llegada de las tropas interventoras yanquis, habíamos logrado materializar el sueño de Duarte, Sánchez y Mella de una patria libre y soberana. Durante meses, las noticias alusivas a la Guerra de Abril ocuparon las primeras páginas de los periódicos de mayor tirada en el mundo, llamando la atención de los líderes de las grandes potencias. El desenvolvimiento y posibles consecuencias de esa Gesta fueron objetos de prolongados debates en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La segunda intervención militar norteamericana en la República Dominicana, aunque nos dejara un amargo recuerdo, no fue capaz de detener el tren de nuestra historia. Las fuerzas interventoras no pudieron vencer al Ejército Constitucionalista. Gracias al sacrificio de muchos hombres y mujeres de la América española, los mandatarios estadounidenses ahora entienden que ese tipo de maldades ya no deben ni pueden ocurrir.