Memoria partidaria

Memoria partidaria

En el entorno familiar, amistades nacionales e internacionales, así como en algunos encuentros fortuitos, se me ha pedido con insistencia que opine acerca de la situación vivida en el seno del Partido de la Liberación Dominicana, única organización política en la cual he militado desde el año 1974 hasta el presente. De inicio debo aclarar que he sido fiel seguidor de la línea de pensamiento político de Juan Bosch todo el tiempo que fue líder del Partido Revolucionario Dominicano.
A finales de junio de 1974 en nuestra condición de médico patólogo, diplomado por el Colegio Americano de Patólogos en Anatomía Patológica y Patología Clínica, nos mudamos de Chicago al Instituto de Medicina Legal de Puerto Rico, para entrenamiento de postgrado en Patología Forense.
Fue allí en donde conocimos a los compañeros Luis Simó, José Fondeur, Tony Soto, Ángel Garrido, entre otros. De la tierra de Albizu regresamos a la ciudad de los vientos casi tres años más tarde con la encomienda de fundar el Núcleo de Trabajo del PLD. De inicio, nuestro hogar se constituyó en el local de la organización vinculada a la seccional de Nueva York. Cumplida la meta fuimos juramentado en nuestra oficina médica por una comisión encabezada por el inolvidable compañero Jaime Vargas. Ya luego tendríamos un local ubicado en el norte de Chicago donde residía el grueso de los pocos dominicanos que residían en el medioeste norteamericano. Testigos de aquellos tiempos de sacrificio partidario lo son el licenciado Felucho Jiménez y el doctor Rafael Alburquerque, huéspedes distinguidos que llegaron a visitarnos. Eterna gratitud a la memoria del extinto Alberto Martínez, alma, corazón y vida financiera del partido, quien junto a Miguel Ángel Lazala y Tony Jiménez se multiplicaron como la verdolaga aún bajo las inclemencias climáticas de la región.
A mediado de 1981 y establecido en el suelo patrio fui incorporado a la Comisión de Salud del PLD por instrucciones directas del presidente. Seguimos ascendiendo, llegando a miembro del Comité Central y a regidor por el Distrito Nacional. Durante los 4 años de labor en el Ayuntamiento donamos por completo al partido todo el dinero que se pagaba a cada incumbente. En 1990 ganamos una diputación por la ciudad capital, cargo electivo que le fue transferido a otra persona. Durante la década de los noventa fui titular de la Secretaría de Salud del partido, responsable de la coordinación y elaboración de los planes de gobierno para el sector sanitario. Llegado el Partido al poder en 1996 pasamos el trago amargo de ver un programa de salud en el papel y una práctica distinta en la realidad. Luchamos incesantemente por cristalizar nuestros sueños médico legales con pobres resultados.
Tras 4 años separados del poder retornamos con más bríos y fe en el 2004. Recuerdo la última y más traumática fila en Palacio. Hice turno para la tradicional salutación de año nuevo, el sábado 1ero de enero 2005. Luego de varios empujones y pisoteadas logré pasar frente al jefe de Estado y su esposa. Estreché la mano del presidente por última vez, y aproveché la ocasión para solicitarle la construcción de un moderno edificio para los servicios de patología forense en el país. Me explicó que ya el presupuesto anual se había elaborado, pero que contara con eso para el siguiente año. Esperé y aún sigo esperando. La esperanza es lo último que se pierde.

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