Memoria y olvido

Memoria y olvido

Revisando las curiosidades de la medicina tropecé con el caso de una paciente adulta que sufría intensamente como resultado de poseer una memoria prodigiosa. Recordará esta señora con lujo de detalles cada episodio de su vida desde la tierna edad de dos años. Su problema consistía en que no podía borrar de su mente una infinidad de diminutos irrelevantes acontecimientos particulares que para una persona normal habrían quedado sepultados en el vertedero del olvido. La inteligencia humana radica, en gran parte, en saber escoger las experiencias biológica, psicológica y socialmente útiles que nos permiten sobrevivir en un ambiente que por rato se vuelve selvático.
¿Qué sería del ratón si hiciera caso omiso de lo que significa para él la presencia de un gato? ¿Qué destino final tendría un transeúnte que al cruzar una calle se olvide de los vehículos que en ese instante se desplazan a gran velocidad por ese lugar? Los historiadores tienen una enorme responsabilidad: seleccionar los datos pretéritos que sirvan para comprender lo que somos hoy y que nos ayuden a calcular hasta dónde podemos llegar mañana. Narra Eduardo Galeano en su Desmemoria/4: “Chicago está llena de fábricas, Chicago está llena de obreros. Al llegar al barrio Heymarket, pido a mis amigos que me muestren el lugar donde fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entero saluda cada primero de mayo.
Ha de ser por aquí, me dicen. Pero nadie sabe. Ninguna estatua se ha erigido en memoria de los mártires de Chicago en la ciudad de Chicago. Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada. El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera”.
Sigue siendo una enorme verdad la sabia expresión que dice: “Aquellos polvos nos han traído estos lodos”. Todo ser viviente obedece a una ley de causa y efecto; nada de magia, el acontecer humano tiene su Por qué. ¡Ay del pueblo que por tan solo un instante se olvidó de los grandes responsables de sus crónicos y agudos males! Sería como el enfermo que hace caso omiso a los signos y síntomas de un cáncer para solamente reconocer la gravedad de su padecimiento cuando ya está postrado en su lecho de muerte.
Para concluir vale la pena este relato de ayer que tienen vigencia actual, registrado bajo la autoría de Galeano: <<Los funcionarios no funcionan. Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen. Los medios de información desinforman. Los centros de enseñanza enseñan a ignorar. Los jueces condenan a las víctimas. Los militares están en guerra contra sus compatriotas. Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos. Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan. Es más libre el dinero que la gente. La gente está al servicio de las cosas>>.
¡Olvidar estas cosas es una catastrófica pérdida de la memoria de consecuencias graves para el aquí y ahora!

Publicaciones Relacionadas