Memorias de un hombre solo

Memorias de un hombre solo

Cada autor tiene una razón íntima que lo convoca a escribir sobre un tema en particular;  de hecho, hay temas que se repiten obsesivamente en algunos escritores, quizás para que sirvan de exorcismo para dejar atrás los mundos sinuosos que los asedian.  En esta novela, el novelista trabaja  las pasiones y las debilidades  humanas  y para ello elige un tiempo que ocupa casi toda la narración: la noche  en el espacio de los casinos y los hoteles de mala vida.  Y  es  que  hay mundos que solo son visibles  y   accesibles, a estas horas, a aquellos  que  necesitan tocar el fondo para encontrar el camino de reconstrucción.

Son destinos dolorosos que deben cumplirse y que se adueñan de mentes frágiles y angustiadas, como si fuera la única forma posible de lograr que  salgan a  flote y logren respirar.  Son hombres y mujeres  para los cuales la vida resulta confusa, difícil, inaguantable y entonces necesitan buscar  salidas por donde huir, y  ayuda  para poder sobrellevar  el peso insoportable que sienten que los aplasta: Humberto Marte, personaje creado por Luis Santos, es uno de ellos.  Protagonista de la novela que hoy comentamos,  un hombre  perdido en el abismo de la inconformidad, un ser al cual la vida no le satisfacía.  A este individuo le dolía la vida, no estaba hecho para ella,  y  al verse en la necesidad de tomar decisiones se inclinaba a  las indebidas.

Este bien montado personaje me recuerda  al  inmortalizado  Alexei  Ivanoviche, el protagonista de “El jugador”,  de Dostoievski: un alma tan atormentada como la de su autor.   Luis Santos ha dado un viaje al realismo del siglo XlX para presentarnos un drama interesante y  actual, conmovedor y desgarrante, creado a partir del personaje principal, quien relata su propia historia, y   cuenta su desconcierto ante la vida monótona y aburrida que habitaba y la transformación de la cual fue objeto a partir de su primera “caída”.

Aunque el autor inicia la novela  con el final de la historia, el avezado  escritor no suelta prenda y no nos deja saber el desenlace  hasta las últimas páginas de la misma; sin embargo, en la mayor parte de la obra respeta la sucesión normal del tiempo en el cual logra desenredar los nudos del argumento brindando sorpresas  de tan  alta tensión que a veces resultan intolerables.  Los  desenlaces de las “caídas”  están llenos  de emoción: unos, de agresividad, y otros son tan fuertes que a veces terminan creando repulsión ante la situación planteada.

Humberto se deja seducir por el vicio del juego y las drogas, según él  “cansado de  hacer lo que todos los días todos los hombres y mujeres hacen hasta el día de su muerte…”; asunto este que lo llevó a  “transformarse con el paso del tiempo en un hombre despreciable y profundamente solo”.

Ver a un hombre inteligente, profesional y con familia perderse en lo más bajo de las pasiones humanas y sobre todo ver aquello  en detalle es tremendo.  Más aun cuando se trata de un autor que hace descripciones prolijas, tan fuertes y vívidas que en ocasiones producen un sentimiento fuerte de repulsión frente a la bajeza  de que es capaz el ser humano  expuesto a circunstancias tan desgraciadas, y a las prácticas del mundo de la noche, de la droga y  del alcohol.    La historia es fuerte y desgarradora: la del hombre perdido en los oscuros   recovecos de la existencia.

En cuanto a lo escritural: Luis  Santos utiliza la lengua de una manera fluida, compone frases rítmicas y bien hilvanadas que resultan agradables al lector.   En esta obra narrativa se presentan los diálogos imprescindibles ya que se trata de una novela escrita en primera persona, contada por el mismo protagonista  y  florida en cuanto a situaciones de pura acción.  Como obra realista no hay un martillar de la conciencia sino un vivir hacia fuera que se expresa en acciones bien narradas.  La vida interior en esta obra está totalmente absorbida por las situaciones que atrapan a Humberto Marte.

En cuanto a los personajes… Luis Santos logró una exposición exhaustiva de los mismos sin caer en la redundancia inoperante.  La novela  tiene el don de complicarse en cada “caída” de Humberto Marte, pero mantiene la acción en un desequilibrio que sin duda logra captar y conservar el interés del lector.  Veamos una muestra de la fuerza  narrativa con que está escrita la obra:

“En esos momentos en que parecía que todo estaba  a  punto de sucumbir  Janet y Macor se hicieron presentes.  Creo que la solidaridad es lo único que salva el hombre y la mujer, ese compartir el pan, el dolor y la alegría nos redime y nos hace eso… humanos.  Ellos sabían que, si me dejaban más solo de lo que estoy, en cualquier madrugada tomaría el revólver que aún guardaba  dentro de mi almohada y  ¡pum!, adiós, Humberto.”

Por otro lado, el autor maneja los puntos críticos de la obra con destreza, y nos presenta dos tipos de amor: el desprendido y compasivo de una madre y una hija; y el corrompido, y dependiente que surge de la carne, del  sexo y del vicio,  fórmula que resulta mortal  para Humberto.  Este amor morboso lo conduce cada vez más hacia las profundidades del pozo:  a su destrucción total.  Ni el amor verdadero, ni el alma piadosa  de su madre son  capaces  de salvarlo; solo él puede realizar la alquimia transformadora.

A lo largo de la novela Humberto se encuentra en cruces de caminos donde le es imperioso decidir, pero su voluntad dominada por los excesos le impedía tomar las decisiones adecuadas. Humberto se inclinaba siempre, en primera instancia, al deseo y las pasiones, tal vez, como una manera de escapar de la realidad vacía y sin sentido que lo arrastraba a cuevas oscuras y sin salida o como un suicidio lento  para morir de una vez por todas.

Les aviso que  después de la primera “caída”  Humberto tuvo una guerra a muerte con la vida.  Las fuerzas imponentes del reino de la noche lo vencieron; era demasiado  para su débil voluntad.  Fue poco a poco perdiendo sus valores, su vergüenza, su cuerpo y su familia, hasta que fue capaz de cualquier cosa, y me refiero realmente a cualquier cosa…

En cuanto a los detalles de las otras caídas…  No estoy dispuesta a develar las sorpresas               que el autor logró  tan magistralmente.   La novela “Memorias de un  hombre solo”,   recrea una época  que queda muy bien definida  con las palabras que su autor Luis Santos pone en boca de su personaje central Humberto Marte:  “La delincuencia  tenía  un  auténtico  santuario”.

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