Memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en RD

Memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en RD

Con el antipoético título de “MasaCrítica” (SD: Nacional, 2013, 286p) vio la luz pública el libro rotulado arriba. La noción abstracta de masa es la favorita de los políticos, específica a los manipuladores de los sujetos, a quienes jamás les conferirían, en su estrategia obligada de dominación, ese estatuto.

Si no yerro, ni en las palabras de apertura ni en las de clausura del libro a cargo de Basilio Belliard se alude, como antecedente, a un acontecimiento similar, pero más abarcador, realizado en 1993 titulado Congreso Crítico de Literatura Dominicana y la publicación de sus ponencias (SD: De Colores, 1994) Estrategia borradora.

Sin saberlo, y sin necesidad de inscribirse, los sujetos del universo pertenecen al partido político del signo. Sus miembros se reconocen entre sí por su adhesión, consciente o inconsciente, a la teoría del signo. El lenguaje es una facultad humana de simbolización de lo real, pero ellos confunden el funcionamiento de los conceptos de lenguaje y lengua, palabra y discurso, ideología y valor, sujeto e individuo, ritmo y música, métrica o movimiento acuático y traducción y traición. Para ellos, el signo está radicalmente separado de los objetos a que alude. Inventado y surgido al mismo tiempo que los sujetos, el lenguaje es para ellos una donación divina o producto de una convención entre humanos, pero cuyo origen se descubrirá algún día.

Los miembros del partido del signo son enemigos irreductibles de Saussure. Él estableció que el signo está formado por un significante y un significado y su relación es radicalmente arbitraria y radicalmente histórica. El lenguaje y la historia también. Primer paso teórico de Saussure para acceder a un segundo nivel de conocimiento: En el “Curso de lingüística general” de 1916 dijo: “En el lenguaje no hay sustancia, sino pura forma.” Pasó de un recurso pedagógico a un conocimiento más radical: Si el lenguaje es pura forma, no existen implícitamente ni siquiera dos componentes del signo, sino que el significante y el significado son pura forma. Meschonnic llamó a esa relación una forma-sentido. Cuando se pasa de la lengua al discurso para organizar las frases, los signos se pronuncian en una sola emisión de voz y significante y significado son pura forma. Si el signo “mesa” entra en mi discurso, “mesa” no es, en mi emisión de voz, como no lo son los otros signos de mi oración, el resultado de los cuatro fonemas que lo componen: m+e+s+a. Pronuncio una pura forma, forma-sentido, nada de significante y significado separados. Falsa dualidad del signo.

Los miembros del partido del signo permanecen en el dualismo y la sustancia. El pervertidor de la teoría del lenguaje y el signo de Saussure fue Román Jakobson. Para Jakobson el signo era un representante. Según su teoría de la representación, presente en las prácticas y discursos, significante y significado, al formar el signo, crean una ausencia entre el signo y el objeto. O el signo es idéntico al objeto. Jabokson y los miembros del partido del signo se quedan en Platón y la metafísica del “Cratilo o la exactitud de las palabras”.

Los miembros del partido del signo se identifican con lo anti-arbitrario del signo, con la convención que teologiza lengua y lenguaje; con el instrumentalismo de la lengua-lenguaje-discurso-ideología y sujeto y otorgan la responsabilidad de la invención del lenguaje a dioses paganos y al Dios del Génesis. Este instrumentalismo lingüístico implica cuatro instrumentalismos más: el lógico, el social, el literario y artístico y el político, el más mortal para los sujetos.

Según Meschonnic, a estos cinco instrumentalismos se les superponen seis modelos de paradigmas: “el lingüístico=el modelo del dualismo del signo; el antropológico=siempre dualista, según el modelo que opone lo muerto y lo vivo, el lenguaje y la vida, la palabra genérica abstracta y lo particular concreto; el filosófico=que opone las palabras y las cosas, la naturaleza y la convención, confundido con el arbitrario del signo. (…) El teológico=cultural pero mundializado (los otros son universales) que opone el ‘Antiguo Testamento’ al ‘Nuevo Testamento’ en la teología cristiana de la prefiguración como el significante al significado: el ‘Nuevo Testamento’ tiene el sentido del ‘Antiguo Testamento’. Con todas las teorías políticas del ‘Verus Israel’ que de él derivan, por ejemplo en la Rusia eslavófila es todo el antijudaísmo cristiano con su filología, que se debe diferenciar del antisemitismo biológico-político. El social= que opone el individuo y el individualismo en la sociedad. El político=ilustrado por el ‘Contrato Social’ de Rousseau que opone la minoría a la mayoría de modo que la mayoría no se imponga ‘por la tiranía de la mayoría’ sino por la identificación simbólica con el Soberano. Y todo este conjunto constituye el signo. Y posee una fuerza inmensa.” (“Crisis del signo. Política del ritmo y teoría del lenguaje”. SD: Ferilibro, 2000, pp. 20-21).

Esa ‘fuerza inmensa’ es el Poder del Estado y sus instancias: políticos, guerreros, iglesias, burocracia pública y privada, intelectuales, bancos, empresarios, comerciantes, sindicatos, organizaciones profesionales, escuelas, universidades, medios de comunicación y gente común.

Los miembros del partido del signo se reconocen por ser optimistas institucionales o pesimistas redomados. Disfrutan de todas las ventajas del Poder y sus instancias. Él les reconoce como tales: está obligado a patrocinar únicamente la teoría del signo. Los rebeldes del partido del signo no son transformadores y terminan reforzando el Poder que denuncian. A mitad o al final de su vida son recuperados por el Poder.

Únicamente no son miembros del partido del signo quienes se suscriben a la homogeneidad entre el decir-hacer-vivir-y-escribir, dado su grado de libertad crítica e independencia económica. Siguen a Voltaire y su metáfora del huerto. De modo que contrarrestan cualquier recuperación de parte del Poder y el partido del signo. Afirman lo radicalmente arbitrario y radicalmente histórico del signo y postulan que el lenguaje y el sujeto surgieron simultáneamente, contrariando así una pretendida convención según la cual, en un estadio de la historia, los sujetos propiciaron una asamblea y llamaron a sus congéneres a ponerles nombre a las cosas, pues no se entendían entre sí. ¡Pero si ya hablaban!, ¿para qué reunirse? Este mito del origen del lenguaje surge para explicar lo desconocido a través de lo absurdo.Los sujetos anti-signo no son ni optimistas ni pesimistas. Viven y piensan en tierra de nadie. Son críticos radicales del partido del signo y su teopolítica.

El arte y la literatura del siglo XXI en adelante se harán en contra del partido del signo y su teoría. Poema, cuento, novela, teatro, ensayo, música, pintura, cine, danza, escultura, dibujo, fotografía y arquitectura artística trabajarán la simbolización radical de la transubjetividad, o no serán. A lo sumo, serán arte y literatura como. Este es el manifiesto de hoy hasta el fin de la humanidad.

Las ponencias de “MasaCrítica” participan de la teoría del signo y su partido. Sus autores son optimistas institucionales o pesimistas o ambas cosas a la vez. Creen en el sentido de la historia y su ideología del progreso y el atraso. Son creyentes en el destino, el azar y la suerte. Junto a la gente común, viven de creencias= afirmaciones sin pruebas y construyen, cotidianamente, la dictadura de la opinión.

Antes de analizar las ponencias era imprescindible situar la teoría del lenguaje y el signo que las cobija.

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