POR MIGUEL D. MENA
Cuando en la última película de Pedro Almodóvar, Volver, le preguntan a la actriz Carmen Maura que si se presentará como dominicana, dice que, que por aquí hay muchas.
El guiño del gran cineasta español a lo dominicano no es nuevo. Sólo hay que recordar Tacones lejanos (1991) y a la estrella transexual Bibi Andersen en pleno jaleo de presidiaria y el tema Pecadora, de los Hermanos Rosario, en plena acción.
Tematizar lo dominicano en la Madre Patria no es nuevo. Recordemos la producción de _Flores de otro mundo_ (1999), dirigida por Bollain y con guión de Julio Llamazares, que obtuvo el Premio de la Semana Internacional de la Crítica en el Festival Internacional de Cannes. Volvamos a una canción, que más edulcorada no puede ser, por favor, la del cantante Braulio, donde la esquina Duarte con París será todo menos la Duarte con París, ombligo de la República Dominicana.
Semejantes menciones podrán inflar el corazón patrio y hacernos sentir que al fin nos conocen o reconocen. Cualquiera se sentirá orgulloso después de salir del cine en Moscú o en Manila después de que nuevamente nuestro nombre haya sido puesto bien alto, más arriba, mucho más, como quería Deligne. Pero cuidado: donde el patrioterismo se queda, varado en la fuente de Narciso, ahí comienzan las indagaciones sobre los alcances de tales nombramientos.
Algo está cambiando en las percepciones de lo nacional en otras tierras, en este caso España, y no es fortuito. Tales menciones nos rebotan: nos muestran el peso de la migración, el sentido de las mismas, la manera en que ya no somos sólo un país sino una denominación para referirse a lo otro, a lo exótico, lo extraño, tal vez lo peligroso cuando se trata de tocar la sensible piel de las identidades locales.
Bollain y Almodóvar nos retrotraen al mundo de las inmigrantes, a las más de cincuenta mil mujeres que con su sudor, con todo tipo de sudores, nos revelan la pobreza de nuestros campos, la esperanza de cambios, y por qué no, los profundos cambios en el mercado laboral español.
Los españoles nos hacen un guiño en sus producciones. Nos dicen que existimos y que les importamos. Hay una vieja mención, sin embargo, que todavía está pendiente de dilucidar, que todavía no concluye, que aún está en la agenda: el vil asesinato de Orlando Martínez el 17 de marzo de 1975.
Es una canción de Víctor Manuel, incluida en su álbum Cómicos (1975), y que se titula Al compañero Orlando Martínez. Por su actualidad y su alcance me permito transcribirla:
El águila negra / visitó Santo Domingo / verso a verso / venceremos el llanto
La noticia crece / desbordando el teletipo / con los dientes / venceremos el llanto /
Lo mataron lobos / de cordero disfrazados / con los puños / vengaremos a Orlando
Todo el pueblo llora / el criminal asesinato / verso a verso / venceremos el llanto
Nos dejó semilla / para en el multiplicarnos / con los dientes / venceremos el llanto
Nos dejó la huella / para no extraviar los pasos / con los puños / vengaremos a Orlando
En cada criollo / nace, vive y muere Orlando / verso a verso / venceremos el llanto
Por el aire viene / el huracán precipitado / con los dientes / venceremos el llanto
Crece todo el pueblo / como un río desbordado / con los puños / vengaremos a Orlando
Han pasado 31 años desde aquella noche de la ignonimia, una muy especial dentro de las muchas que vivimos durante aquellos doce años de Joaquín Balaguer.
Han pasado ya cinco años del fallecimiento del ahora centenario líder, y todavía no aparece la persona a quien el autor de Memorias de un cortesano le confió develar el secreto sobre los autores intelectuales de aquél horrendo crimen.
Rellenar aquella página no es necesario. Desde un comienzo, los padres del periodista asesinado y sus compañeros y amigos más cercanos, dieron a la luz pública los nombres de aquellos que segaron una vida tan plena de ideas y honradez. Algunos de esos nombres tienen ya varios años sentados en el banquillo, en un teatro judicial que todavía no nos causa la suficiente vergüenza porque el teatro sigue, y hay que ir hasta el interior de la República para seguir con el proceso.
Gracias a Pedro Almodóvar oímos mejor a los Hermanos Rosario y nos damos cuenta que las hay muchísimas dominicanas. Gracias a Iciar Bollain advertimos que la soledad en los campos españoles a veces se trata de compensar con el salero de lo caribeño y esa mujer que es mujer, es mamá, madre, trabajadora, y hasta en muchísimos casos, papá mismo.
Al hilvanar el concepto dominicano en canciones y películas españoles, se tiene que volver al 1975, a Orlando Martínez y aquella foto donde él aparece con Víctor Manuel, con Ana Belén, a otra foto donde al grupo se le agrega Carlos Francisco Elías. Al pensar en Orlando Martínez el hilo también tiene que ensartarse con la figura de Balaguer, ahora celebrado Padre de la Democracia, y la página todavía en blanco.
El águila negra visitó Santo Domingo. La canción de Víctor Manuel no tuvo el éxito de Quiero abrazarte tanto o La puerta de Alcalá. Para nosotros, los dominicanos, es reto. No tendremos necesidad de vengar nada, porque ninguna muerte puede tapar otra muerte. Lo que sí queremos es la claridad de la historia y sentir que la justicia también es parte de estas libertades públicas que tanto nos han costado.
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