Menninger, San Mateo 13 y vanidades

Menninger, San Mateo 13 y vanidades

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Sucedió que aquel muchacho, hijo de la cocinera de casa, quien tenía un pecho tan inmenso que ella misma ya comentaba tranquilamente que cuando llegaba a un sitio, «ella» entraba media hora después que aquellas enormidades delanteras; pues su hijo, con algunos doce años de edad, volteó involuntariamente una olla de agua hirviente sobre su abuela anciana, que murió semanas después.

El muchacho desapareció. Dijeron que había enloquecido, pero mucho después se supo que se había quedado por un campo lejano, viviendo a la intemperie. Nunca regresó. El famoso psiquiatra Karl Menninger, en su obra El Hombre contra Sí Mismo, habla del componente autopunitivo y refiere el caso del indio llamado Ienepegut, que vivía en la reservación india de White Rocks.

Mató a su madre mientras estaba borracho. Abandonó su tribu y, por el resto de su vida, más de treinta años, hizo penitencia como un criminal auto-condenado, viviendo como un eremita de la poca comida que le daban aquellos que se apiadaban de él. No llevaba ropa y vivía a la intemperie invierno y verano, expuesto a los rigores del calor y del frío, hasta el punto que a veces, por dormir en el suelo, su cabello se congelaba con el hielo teniendo que ser soltado a golpes de mazo».

Dice Menninger que «la auto-condenación y la autocrítica son reflejos de actitudes paternas y funciones incorporadas por el niño en época temprana de su vida y empleadas como guía para toda su conducta futura -éstos, de acuerdo con la teoría psicoanalítica».

Indudablemente, las actitudes paternas (incluyo necesariamente a las maternas, y que el feminismo mal entendido nos ha traído un enrredijo lingüístico) marcan fuertemente la vida futura de los hijos. Pero a cada uno de manera diferente. Una presión hacia la disciplina, el esfuerzo, el estudio, la decencia conductual, pueden nutrir, fortalecer, incentivar positividades…o…lo inverso.

Me viene a la memoria el caso de un distinguido abogado-notario de San Francisco de Macorís que, opuesto a la dictadura de Trujillo, perdió su clientela y su ejercicio profesional, cayendo en extrema carencia económica y muriendo en la pobreza, firme en sus convicciones hasta el punto de rehusarle, al mismo dictador, altas designaciones ampliamente retribuídas.

No todo el mundo se vende. Ni se puede comprar.

Los hijos, sin embargo, lo tomaron, cada uno, de diferente manera. Unos con orgullo ebullente, otros con incapacidad de comprender el área de su dignidad, alguno considerando que «era un equivocado que perjudicó el bienestar económico familiar por principios y pendejadas».

Don Bernardo Pichardo, personaje de la política criolla, aristócrata y autor de un conocido libro de Historia Patria, se refería al Evangelio de San Mateo cuando alguien actuaba inconscientemente o con malignidad, diciendo: «San Mateo 13».

Curiosamente papá me preguntó, teniendo grandes amigos religiosos, lo que quería significar aquello de «San Mateo 13».

Pues se trata de la parábola del sembrador:

Dijo Jesús:

«Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se las comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde había mucha tierra; esa semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda pero el sol, al salir, la quemó y como no tenía raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra y dio buena cosecha; algunas espigas dieron cien granos por semilla, otras sesenta, y otras treinta. Los que tenían oídos, oigan».

Alguna vez he escrito, convencido, que no se pueden fabricar seres humanos a nuestra voluntad; que la psicología ayuda, pero no garantiza. Una inducción, un estímulo puede causar efectos dramáticamente opuestos.

Todo esto va hacia que el Estado debe proveer educación y salud como prioridad para llegar a tener nosotros, los dominicanos, una patria como la que soñaron Duarte y unos pocos.

Lamentablemente pocos.

Porque la prioridad parece ser la ostentación de vanidades.

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