Menos insultos y más verdades

Menos insultos y más verdades

En estos meses de campaña política las ofertas insólitas y las promesas de los dirigentes de los partidos muchas veces exceden la real capacidad del Estado. Estas ofertas excesivas han erosionado la credibilidad de nuestras organizaciones políticas en los últimos 40 años y, por suerte, comienza a preocupar – porque así lo han expresado — a algunos políticos.

Es importante que en este proceso los dirigentes dejen de exagerar sus propuestas y la palabra ‘política’ debe alejarse de la definición de mentiras concatenadas, como la interpreta gran parte de la población.

Es importante que nuestro dirigentes políticos insistan en los análisis realistas, que eviten las promesas que de antemano saben que no cumplirán y asuman una mayor responsabilidad en sus pronunciamientos. Este ha sido un concepto muy repetido en los últimos 40 años, pero ahora parece tener una vigencia apremiante.

Los insultos han convertido en un circo a la actividad política y la población parece divertirse, más que analizar propuestas. Los dirigentes de los partidos, con esta actitud, están socavando la subsistencia del sistema.

Son estas tonterías de los dirigentes las que explican los llamados fenómenos políticos que se han producido en Venezuela y el Perú en el pasado reciente. Todos nuestros políticos lo saben y continuamente lo analizan, pero no parece que hagan nada para evitarlo en nuestro país.

Están socavando a sus organizaciones, lo que hace vislumbrar que muy probablemente muchos de los partidos serán seriamente afectados más temprano que tarde.

“Guerra avisada no mata soldado y si lo mata es por descuidado”, advierte el refrán castizo.

[b]Un reconocimiento[/b]

Enrique García González, un dominicano que nació en Canoa, Barahona, murió en las explosiones provocadas por terroristas la pasada semana en el sistema de trenes de Madrid, España.

Un hombre joven, padre de tres hijos, se decidió a ayudar a los que quedaron heridos dentro del tren en que viajaba cuando se produjo la primera explosión. Pudo haber escapado como lo hicieron otros cientos de los que viajaban con él, pero tenía el concepto de la solidaridad humana que, por suerte, todavía tiene arraigada gran parte de nuestra población.

Esta decisión le costó la vida. Una segunda explosión lo mató.

García González es hijo de un español y una dominicana. Es el típico criollo de una de las zonas más agrestes del país, con el espíritu moldeado por la voluntad que se impone a la naturaleza en las jornadas duras bajo el candente sol de una región donde los árboles y el agua son escasos.

Su sacrificio no debe pasar inadvertido, sobre todo en estos tiempos en que los valores de la solidaridad parecen estar cada vez más escasos en la humanidad.

Publicaciones Relacionadas