Mensaje de la editora

Mensaje de la editora

“Únete a los que se exponen y no temen ser vulnerables:
éstos miran lo que hace su prójimo, no para juzgarlo, sino
para admirarlo por su valentía y dedicación.”

                                                          Paulo Coelho

Cuando aprendamos a admirar a nuestro prójimo por sus hazañas y a alegrarnos por sus éxitos, habremos ascendido en nuestro camino hacia la perfección.  Pero tristemente, nuestra sociedad está plagada de envidias, de egoísmo, de mala fe, y de mediocridades. Su reflejo está tan evidente que hasta las canciones de moda (?) la predican con orgullo. “Quítate tú pa´ponerme yo” es la frase que los jovencitos de hoy día repiten posiblemente sin darse cuenta de que estamos hablando de evidentes maniobras de falta de solidaridad y respeto al prójimo. “Todo se vale”. Es quizás el mensaje subliminal que reciben nuestros jóvenes y en general nuestra sociedad. Porque nos hemos desacostumbrado a reconocer el valor de nuestro prójimo, a aplaudir sus buenos aciertos, a admirar sus talentos, sin que este reconocimiento tenga nada de mezquino, sino la alegría auténtica por el brillo del otro.  Pero hoy día, los que no brillan quieren brillar a expensas del otro, y en su defecto, que tampoco el otro brille. Así surgen las campañas de descrédito, los chismes baratos, las intrigas callejeras, y como torbellino de maldad ascendente, otras estrategias deshonestas sólo porque “el fin justifica los medios”.  La doble moral se sigue imponiendo. La exaltación de lo material, sigue triunfando sobre los discretos e invaluables tesoros de lo espiritual. Y la gente aprecia y aclama sólo lo externo, olvidándose que sin luz en el interior, no hay belleza que valga ni diseñador o maquillista que logre proyectar el carisma de un personaje cualquiera. Me pregunto cuántos están preocupados de cómo van a lucir en el Casandra, qué cosas van a ponerse para ser espectacularmente aplaudidos.  Y yo pienso, que la alfombra dorada o roja de que tanto se ha hablado en estos días, es una alfombra que transitamos todos, todos los días de nuestra vida, sólo que lo que exhibimos son nuestras acciones, nuestros talentos, nuestros aportes, nuestra solidaridad y nuestro amor a los demás.  Esa alfombra no se dirige a ningún teatro, sino a Dios, quien premia a cada quien de forma justa y misericordiosa. Ojalá nos esforcemos en cada renglón de nuestros temperamentos, nuestra personalidad, nuestros defectos, nuestras cualidades, con el esmero que pondríamos si asistiéramos a un Casandra, a un Premio Lo Nuestro, o a un Oscar. Porque sin dudas, este premio es el más importante que ser humano pueda aspirar, y sin embargo, no nos preocupamos lo suficiente para lograrlo.  El “soberano” lo podemos obtener todos, de la mano del Padre que observa nuestras acciones, con amoroso cuidado. Lo único que tenemos que hacer es hacer el bien. La única forma de lograrlo es a través del amor. Y el único que puede hacer que todo eso se logre es Jesús. Es tan sencillo como decidir tener un socio que nunca nos va a fallar, que cuando nuestras fuerzas no dan más, El está presto a seguir ayudándonos. Que nos abre las puertas de todas las oportunidades, que nos da la fortaleza y sobretodo, el gozo de vivir una vida plena. Por eso, me pareció excelente la frase de Coelho que inicia este mensaje porque dice “Únete a los que se exponen y no temen ser vulnerables”, porque lo que tenemos que hacer con nuestras vidas involucra una decisión, que hay que tomar con valentía, pero también implica la certeza de que como humanos, podemos fallar, pero como Hijos de Dios, sabemos que podremos levantarnos y seguir. Yo los animo a ser valientes, a tomar decisiones en su vida que entiendan los llevarán por el camino del éxito sin que ese éxito esté contaminado con la envidia o con la altanería, ese creer de repente que somos genios, o criaturas únicas por nuestro propio esfuerzo, porque el orgullo bloquea la gracia de Dios en nuestra vida, y como dice un refrán “El orgullo es una trampa y la única forma de salir de ella es la humildad”. Así que sean humildes en su grandeza y serán más grandes. Admiren a los valientes y reforzarán la corriente de bondad que se esparce en el Universo porque está en cada ser humano. Porque ya es tiempo de que la gente buena hable, actúe y siembre, para no tener que decir como Martin Luther King “No nos escandalizan los actos de la gente mala. Nos duele el silencio de la gente buena”.

En esta edición nos complacemos en exaltar la trayectoria de esfuerzos y talentos de un joven de ascendencia dominicana que triunfa en los Estados Unidos:  Luis Castillo, fuerza y emoción caribeña en el fútbol americano.  Con él compartimos las historias de sus esfuerzos por lograr un sitial en el competitivo mundo del deporte, confirmando que el que quiere, puede. Pero además, interesantes reportajes y las actividades más relevantes de la quincena, hacen de esta edición una divertida forma de sentirnos orgullosos de ser dominicanos.

Hasta la próxima y que Dios les bendiga,

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