Mensaje de la editora

Mensaje de la editora

El conocimiento no tiene edad. Es algo que hemos oído muchas veces, en especial, en boca de personas que en su madurez,  aún buscan con ansia la fuente del conocimiento. Y ciertamente, esta búsqueda insaciable, que prevalecía en la antigüedad, y cuyos protagonistas eran bien llamados sabios, es algo que se ha perdido en la realidad de un mundo lleno de conocimiento, tecnología y descubrimientos, que nos hace pensar que todo está creado y todo está al alcance de cualquiera con tan solo acceder a un “click” .

Y nada más lejos de la verdad. Porque el universo es tan infinitamente inmenso, que sería imposible tener todas sus respuestas. No lo sabemos todo. Mucho, muchísimo nos falta. Pero más que el conocimiento que nos hará sabios, nos hace falta la chispa que nos impulsa a cuestionar y a cuestionarnos sobre diferentes aspectos de la vida física, espiritual y filosófica. ¿Han pasado de moda los filósofos? ¿Esos que se cuestionan constantemente el por qué de las cosas y profundizan aspectos irrelevantes hasta obtener una respuesta lógica? Pienso que si. Porque hoy día no utilizamos la mente o la inteligencia dada por Dios, para obtener respuestas.

Tan solo nos conectamos al Internet y allí encontramos todo, o casi todo. Hemos dado vacaciones a nuestro intelecto, a nuestra capacidad de hurgar, y como dicen algunos, “aquello que no se usa, se atrofia”. ¿Estamos atrofiando nuestra presente generación? ¿Qué pasaría si de pronto desaparecieran las  computadoras, el internet y los libros? ¿Nos quedaríamos en un limbo, o desechados como robots descompuestos? O,  ¿iniciaríamos el proceso importante de utilizar nuestros recursos internos, nuestra verdadera computadora personal que es nuestra mente, para encontrar respuestas? Pienso que se hace necesario volver a los inicios, aunque sepamos que existen las respuestas en un disco duro de una computadora a nuestra disposición. Porque de lo contrario, es como si le diéramos el trofeo a un atleta, sin tener que correr la carrera. De la misma forma, tenemos que entrenar nuestra mente para que pueda ser usada de forma independiente.

Y hacer esto no es una forma de atraso o estancamiento, como podrían decir algunos. Es, por así decirlo, contar con una inteligencia viva, con esa goma de repuesto para seguir hacia delante cuando otras cosas fallen.

Dice la Palabra en Proverbios 8, “Yo, la sabiduría, habito con la cordura y hallo la ciencia de los consejos. Yo soy la inteligencia; mío es el poder. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día”. Y así como la sabiduría viene de Dios, debemos usarla para conocerlo, para entender sus señales, para adentrarnos en el conocimiento de nuestro interior, ser mejores seres humanos, y de esta manera, descubrir el pasaje de vuelta a nuestro Creador. Pídala en oración, búsquela en su cotidianidad, y descubra sus intrincadas y valiosas formas de descubrir la verdad y la vida, sin que jamás se deje seducir de sus encantos, haciéndole creer que es el que más sabe. Agradezca a Dios todo lo que sabe y descubra la armonía de mantenerse como un péndulo, entre el conocimiento y la ignorancia, porque de ese modo, siempre querrá más sabiduría, para agradecer más a Dios sus infinitas bondades.

En nuestra portada y páginas centrales, compartimos con nuestros lectores una interesante entrevista a Manuel Hernández  Ruigómez y su esposa, Cónsul General de España en nuestro país, y un estudioso de la historia, que sin embargo, vive a  plenitud su presente.

Conozca parte de su historia de vida en su experiencia en nuestro país. Pero además, interesantes artículos, nuestras atractivas secciones, y las más destacadas actividades sociales de la quincena, permitirán que disfruten de un contenido actual y divertido.

Hasta la próxima y que Dios les bendiga,

Publicaciones Relacionadas

Más leídas