Mensaje de la Editora

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“El coraje es condición fundamental para luchar por los sueños, pero tener fe es la única manera de hacerlos realidad.”
                                   M.Lazala

Sentir el orgullo de ser mujer ha sido el logro de este último siglo. Mantenerlo rodeado de dignidad, es el reto del presente. Porque si bien hemos conseguido situarnos en un lugar preponderante dentro de la sociedad actual, donde hemos roto barreras que parecían insalvables hace tan sólo unas décadas, también es cierto que en esa búsqueda desenfrenada, muchas veces hemos perdido el rumbo. 

Perder el rumbo puede ser catalogado como fracaso y muchas veces esa es la sensación que viven muchas mujeres que después de conseguir lo que se propusieron (un alto puesto de trabajo, una profesión, un reconocimiento, una estabilidad económica), se sienten completamente solas, porque en su carrera desaforada dejaron de lado a sus parejas, a sus hijos, a sus familias, a sus amigos, y en fin, todo aquello que demandaba atención, cuidado y amor, por proteger lo que entendían por “libertad” o “independencia”. 

Y es que si bien ha sido positiva toda la energía renovadora que ha aportado la mujer en el desenvolvimiento de las sociedades, con su talento, sus dones exquisitos, su conocimiento, su inteligencia y su entrega, de igual manera el péndulo ha sido rabiosamente detenido, olvidando que tan sólo en el equilibrio se consigue el éxito y en consecuencia, la felicidad. 

La dosificación sigue siendo el elemento clave del éxito, pero continuamente lo olvidamos. Nos volcamos en una sola dirección hasta sentirnos saturados y obviamente desencantados, porque lo que produce el encanto de la vida es saborear todos los ingredientes que nos da la misma vida.  Podemos en consecuencia, ser mujeres empresarias, con alto grado de responsabilidad, y permitir que en ese reto, se incluya en su correspondiente primacía, su labor de esposa y madre.

Combinar estos ingredientes a veces no es exitoso porque la mujer transita caminos nuevos y como todo lo nuevo, enamora y pierde. Pero “la nueva mujer” como yo la llamo, es aquella que probablemente ha sorbido el trago de la soledad, ha entendido que ha cometido errores, que se ha extralimitado en su ambición, que se ha perdido en su camino, pero que con humildad y tenacidad, ha podido volver sobre sus pasos y enderezar entuertos.

Ha sabido colocar cada reto en su lugar, ha organizado el “gavetero” de sus prioridades y ha logrado sobreponerse a la tentación de ser “independiente”. Porque ¿quién lo es realmente?  Todos dependemos de otro u otros. Todos nos necesitamos y siempre será necesario el orden en el hogar, donde bíblicamente se ordena  establecer primacías, correspondiendo ésta al hombre.

¿De qué nos sirve competir con nuestra pareja? ¿En que nos beneficia decir que somos libres e independientes? ¿Acaso no nos gusta sentirnos amadas, protegidas, acompañadas? El feminismo bien entendido es aceptable, pero aquel que procura hacer lo mismo que el hombre, me parece absurdo. Porque sin dudas caemos en el mismo nivel que criticamos cuando hablamos de “machismo”. 

Seamos pues esa “Nueva Mujer” orgullosa de sus dones, conforme con ser el “sexo débil”, feliz derrochando sus encantos, admirando con su inteligencia, embriagando con su coquetería, su sensibilidad y su ternura. ¡Claro que somos diferentes!!  Lo que sí es importante desarrollar y cuidar a toda costa es nuestra dignidad. Nunca permitir que otro –sea hombre o mujer- la empañe o menosprecie.

La mujer de hoy tiene que ser valiente, convencida de sus increíbles cualidades y segura de sí misma. Sólo así será respetada al lado del hombre que haya elegido como pareja y sentirse plena y feliz si decide estar sola. Por eso este día, dedicado internacionalmente a exaltar a la mujer, es un día que TODAS  debemos elevar la voz de protesta contra el maltrato que aún sufren miles de mujeres en todo el mundo.

La violencia contra la mujer debe ser punto de agenda inalterable en nuestros jueces, para que el castigo sea la manera justa y aleccionadora que erradique esta aún tolerada forma de maltrato. Y elevar a Dios una oración en conjunto por todas las que han sido brutalmente asesinadas en manos de hombres despiadados.  En fin, toda mujer de este siglo debe ser ejemplo. Exaltar su condición de hija de Dios,  resaltar sus cualidades innatas y desarrollar sus dones al servicio de los demás.

En nuestra portada y páginas centrales podrán apreciar una sencilla muestra de “La Nueva Mujer”, orquestadora de sus retos y sueños y ciertamente felices y exitosas. Gracias a Clarissa de la Rocha de Torres, Nicole Sánchez, Magaly Toribio, Pastora Delgado, Yudelkis Contreras, Zeidy Parra y Silvia Montes, por servir de ejemplos del buen hacer como contrapartes importantes de la humanidad.

Feliz Día de la Mujer para todas nuestras lectoras y que Dios les bendiga!

Maribel

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