MENSAJE DE LA EDITORA

MENSAJE DE LA EDITORA

Las joyas siempre han sido símbolo de status para quien las lleva y a través de los años, han permanecido en el anhelo irrefrenable de las damas, que encuentran en ellas, un accesorio imprescindible para lucir más bellas.

Como una leyenda quedan las suntuosas joyas de los monarcas y reyes, que se heredaban por generaciones y cuya estirpe era la única que podía lucirlas. Más tarde, muchas familias adineradas hacían cuantiosas inversiones en joyas, que eran igualmente, legadas a su descendencia como “joyas de familia”, que eran y siguen siendo, altamente apreciadas por su significado material y sobre todo, sentimental.

Las “joyas de la abuela” pueden no ser las más atractivas y modernas, pero sin duda, son un legado que se  lleva con orgullo aún en la actualidad. Pero también es cierto que las joyas han sufrido la transformación de los años, no sólo   en cuanto a diseño y selección de materiales, sino a precios, haciéndolas más asequibles a la multitud que sueña con poseerlas. Así, nuevas opciones de gemas, imitaciones y copias, han logrado satisfacer ese anhelo de muchos que siguen pensando que las necesitan para ser un poco más admirados, pasando de la inversión a la vanidad. Y no cabe duda que es este afán de enriquecernos exteriormente, un reflejo de la sociedad de hoy día, que busca brillar por lo  que tiene y no por lo que es.

Como igualmente lo es el revestirnos de falsedad en todos los órdenes, constituyéndonos en una copia barata de lo que debe ser un hombre o una mujer íntegros. Maquillamos pues, los principios y valores, ajustándolos a nuestras “necesidades” y así, hacemos que brillen falsamente la opulencia y el lujo, permaneciendo enterradas las verdaderas joyas del espíritu, que han sido sustituidas por posturas sociales, por conveniencia  pragmática, o por ese “dejarlo pasar”, porque nada es nada, y todo se justifica, se obvia o se olvida.

Asi, la humanidad de hoy va luciendo orgullosa, joyas falsas, que frente a cualquier evento fuera de lo normal,  ierden el brillo, se resquebrajan y pasan de inmediato a ser desechadas. No sea usted uno de esos. Luzca joyas perdurables, que exhiban fortaleza y brillo con el paso del tiempo. Joyas que nadie robará y de cuya belleza todos se beneficiarán.  Bien lo expresó Pedro cuando dijo “Añadid a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en ustedes, y abundan, no los dejarán estar ociosos, ni sin fruto en cuanto al conocimiento  de nuestro Señor Jesucristo.”

Y son estas virtudes precisamente las que necesitamos recuperar, reforzar y sacar a la luz en nuestra vida cotidiana, abundantemente asediada por todo lo contrario: la falsedad, la ignorancia, la doble moral, la prisa, el egoismo y la codicia. ¡Decídase a lucir sus joyas espirituales! No le costarán nada, y le aseguro que le rendirán excelentes beneficios. Bendiciones en salud, prosperidad y paz, que es justamente lo que se nos está quitando hoy día. Porque sin dudas, como dice Coelho en la frase inicial de este mensaje “Todo lo que hagas en la  vida dejará huellas.”

Y en consecuencia, debemos procurar ser conscientes de nuestras acciones, para que todo lo que hagamos sirva para  mejorar el mundo que nos ha tocado vivir. En nuestra portada y entrevista central les presentamos a Betul Soycan Malick, una joven diseñadora de joyas quien afirma estar “enamorada de los diamantes”. Conozca a esta artista turca, quien motivada por su deseo de crear  hermosas piezas, nos demuestra la solidez de sus dones espirituales. Pero además, interesantes reportajes, nuestras atractivas secciones y las actividades más destacadas de la quincena, los mantendrán informados del palpitar social de nuestra sociedad.

Hasta la próxima y que Dios les bendiga,

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