Mensaje de la editora

Mensaje de la editora

“Así que no nos fijamos en lo visible
sino en lo invisible, porque lo que se
ve es pasajero, mientras que lo que no
se ve es eterno”.
    2 Corintios 4,18

Muchos aspiran al lujo.  A ese estilo de vida de aquellos que pueden tener lo que quieren. Y ciertamente los caprichos de los millonarios –únicos poseedores del disfrute del lujo material- escapa muchas veces a lo imaginable, sobre todo de los que pensamos que son simples “locuras” inalcanzables. Sin embargo, el lujo de los que lo tienen todo, no siempre resulta ser ostentoso aunque sí marcado por una obsesiva búsqueda de lo nuevo y de lo mejor. No siempre lo bueno y lo mejor están necesariamente apareados con el lujo, sino que precisamente su “lujo” es ser auténticamente simple, natural y ordinario. Parecería apropiado decir que cuando se tiene todo, se quiere lo que no se tiene. Porque sencillamente el ser humano no acaba de entender que las riquezas perdurables no se consiguen en el plano material. Son inversiones a plazo fijo por el tiempo de la eternidad.  Muchos pensarán que esta edición de lujo es sólo para unos cuantos, aquellos que pueden y aquellos que aspiran porque saben que podrán. Pero es para todos. Para todos aquellos que sin saberlo, tienen el mayor de los lujos: ser hijos de Dios Padre. ¡Qué mayor lujo que ese! Un lujo del que podemos sentirnos orgullosos y confiados en que nada nos faltará. Así se expresa en Proverbios 10,22: “La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse”.  Y sin duda alguna, es así. Cuando estamos convencidos de que el Dios Todopoderoso vive en nosotros, todo lo que pidamos lo obtendremos, porque El lo ha prometido y sus promesas siempre se cumplen para aquellos que creen en El. En Marcos 11 esta promesa es clara cuando afirma: “Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración y lo obtendrán”. Así que aprenda a vivir en el lujo de la fe. Aprenda a desear cosas materiales que le proporcionarán bienestar y trabaje para ello. Verá que todo es posible para los que actúan en obediencia a los mandamientos de Jesús. Porque muchos rechazan las riquezas tratando erróneamente de “santificarse”, pero todo lo creado por Dios para sus hijos es bueno. Y todos tenemos el derecho de disfrutar de lo bueno y de los avances del mundo que nos ha tocado vivir. Y es que Dios no creó al hombre para ser pobre. Al contrario lo creó para que viviera en un Paraíso. Dios quiere a sus hijos en prosperidad y en abundancia, de la mano de sus mandamientos. Una prosperidad y abundancia que nos sirva además para ser generosos con los que menos tienen. Y una generosidad que es la gasolina para ser más prósperos porque “El que es generoso será bendecido, pues comparte su comida con los pobres”.  Muchos se preguntarán entonces ¿por qué tanta desigualdad? Sencillamente por dos cosas radicales: falta de fe y falta de amor. Falta de fe para aquellos que no han descubierto el privilegio de ser hijos del Dios Altísimo y falta de amor para aquellos que no han entendido que “Servir al pobre es hacerle un préstamos al Señor. Dios pagará esas buenas acciones”.  Y por supuesto, lo opuesto a la prosperidad es la avaricia, porque es ella un impedimento que no permite el flujo de la generosidad.  Por ello, no acumulen riquezas, no se obsesionen por más de lo que ya tienen en abundancia y lleven siempre en su corazón el Salmo 112, 1-3 que canta:

“Dichoso el que teme al Señor,
el que halla gran deleite en sus mandamientos.
En su casa habrá abundantes riquezas
y para siempre permanecerá su justicia”

En esta edición especial Platinun de nuestra revista ES, disfrutará en nuestra portada y páginas centrales de una entrevista a Yudelka Checo, exitosa diseñadora de interiores que los transportará por los caprichos del lujo más sibarita. Pero además, interesantes reportajes así como nuestros tradicionales recorridos por las actividades más relevantes de la quincena, los conducirán por las variadas facetas de aquellos que sienten “Pasión por el lujo”.

Hasta la próxima y que Dios les bendiga,

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