Mensaje de la Editora

Mensaje de la Editora

«Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud.»
                                                                                 Salmo 127, 3-4

MADRE, una palabra que debe ser escrita en cierre de mayúsculas porque el sólo pronunciarla nos acerca a lo divino. Es quizás el sentimiento humano más cercano al amor de Dios. Hoy, sin embargo, envueltos en la vorágine de una vida que  nos lleva más de prisa de lo que queremos o imaginamos, ha llegado a ser una fecha comercial que nos permite expresar en un día, o en un instante, con un regalo o con una tarjeta pre-impresa, lo que quizás no expresamos con hechos ni palabras durante todo el año. 

Y estas incongruencias sin dudas llenan de amargura el corazón de las madres, porque son ellas, muchas de ellas, las receptoras del abandono emocional o físico de sus hijos. Son ellas las que tienen hambre de ternuras y detalles que no sustituyen el más costoso regalo en un Día de las Madres. Pero la vida es sabia, y los hijos se convierten en padres, y las hijas se convierten en madres.

Y aprenden. Cuando tienen en sus brazos acunando sus retoños, el amor indescriptible que sienten, les hace comprender en un instante todo el amor recibido por sus progenitoras, comprenden sin dudas todo aquello que no entendían, rememoran momentos de entrega y de sacrificios, y los valoran. Se completa el ciclo. Pero yo me pregunto ¿Por qué esperar tanto para reconocer el amor incondicional de una madre?  Quizás estamos fallando en la forma en que educamos a nuestros hijos. Quizás en nuestro amor incondicional deberían existir algunas condiciones, que faciliten una comunicación que les proporcione valorarlo.

El mundo moderno con sus múltiples encantos, sin dudas ha sido el principal enemigo del control que antes teníamos de nuestros hijos. Ellos sin dudas se debaten entre múltiples demandas y valores de una sociedad materialista que llama a la codicia como forma de obtener la felicidad. Es pues el deber de los padres y madres contrarestar esta corriente que como cáncer silencioso, socava los cimientos de las familias. 

 Y la madre, como autora de la vida, tiene en su rol el sagrado deber de tensar su arco y dirigir –como astuta guerrera de la vida- las delicadas flechas de sus hijos. Pero hoy la madre también está inmersa en un sinnúmero de funciones que minimizan cada vez más el tiempo que dedican a esta formación impostergable. Ya lo dice la Biblia en Proverbios 22, 6: «Instruye al niño en el camino correcto, y aún en su vejez no lo abandonará».  Y algo similar nos recuerda Pitágoras cuando afirma: «Educad a los hijos y no será necesario castigar a los hombres», lo cual es absolutamente cierto. Aunque en la etapa de la adolescencia algunos se rebelan, si la semilla ha sido colocada debidamente y el amor de Dios ha reinado en su hogar, tenga por seguro que germinará el bien sobre el mal  y «El Señor mismo instruirá a todos tus hijos y grande será su bienestar». 

El amor de madre no termina nunca. Se recicla y se mejora. Se vuelve más profundo y más perfecto. Y así, Dios, en su infinita misericordia,  nos regala amores y sentimientos nuevos cuando los hijos se han ido. Nos premia con los nietos para que el caudal de amor se regenere, se afiance y se sostenga. Así nacen las abuelas, madres por segunda vez, con más sabiduría y más perspectiva, y sobre todo, con el corazón más abierto para recibir y dar la ternura que quizás el agobio y las demandas de la vida en los inicios de un matrimonio, le impidieron. Pero sobre todo, para convocar a los más jóvenes al perdón, a la comprensión, al diálogo y a lo esencial. Porque ellas siguen con más confianza y fe, tejiendo la cadeneta del amor sin condiciones, convencidas de que este lazo fraternal nunca termina y se mantiene a través de la eternidad como un sendero inagotable hasta el encuentro con nuestro Padre Celestial.

En nuestra edición especial de Madres, les presentamos a cinco jóvenes madres, estrenando este nuevo sentimiento, gozosas y conscientes de su rol y convencidas de que acunan el futuro de su patria. Catalina Gutiérrez de Alfonso, Ana Patricia Núñez de Fernández, Lissa Díaz de Janariz, Penélope Rosario de Longano y Jaqueli Jáquez de Núñez nos narran sus gratas experiencias como “Madres de hoy, acunando el mañana. Pero además, interesantes y divertidos reportajes, todos relacionados con la maternidad y salpicados de las actividades sociales más relevantes de la quincena, les llevarán por un recorrido interesante y novedoso que sabemos será de su agrado.

A todas las madres de nuestro país ¡Muchas felicidades y  muchas bendiciones!

Hasta la próxima,

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