Mensaje de la Editora

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Mucho se habla de crisis a nivel mundial. Crisis que afectan las economías de pueblos tan poderosos como los Estados Unidos y que en consecuencia, ofrecen un oscuro panorama para los pueblos del Tercer Mundo. Pueblos que sin embargo, tampoco se han beneficiado de las bonanzas y prosperidad de los más ricos, sino en esporádicas acciones humanitarias o políticas, percibiéndose entonces tales circunstancias como una sentencia de muerte y desesperanza para los países pobres del planeta.

Rumores y verdades a medias se difunden por todos los medios escritos pronosticando desempleos y escasez, y del mismo modo, todos estos malos presagios se difunden de boca en boca, y en cada paso, agregando pinceladas de pesimismo y desgracia. Yo por  mi parte no pienso que las cosas sean tan graves. Siento que los pueblos son dotados con riquezas al alcance de quienes lo habitan, si saben obtenerla a través del trabajo honesto e inteligente y no permitiendo que unos cuantos dilapiden lo que en justicia nos pertenece.  Es  mucho más fácil dejar que otros decidan por nosotros nuestros destinos y tener la posibilidad de «achacarles» nuestras desgracias y escasez a otros. Pero, eso no es potestad de otros, sino de cada persona en particular. Una actitud pro-activa, acarrea sin dudas resultados palpables.

Dejemos de lado las quejas, las pesadumbres, las repeticiones de las tragedias que nos acechan. Esto no significa sin embargo, que actuemos indiferentes a lo que pasa en el resto del mundo, que gastemos desaforadamente,  sino que sepamos evaluar los obstáculos, afrontarlos y vencerlos.  Ajustes en su vida se harán necesarios, cada cual a su medida y necesidades, pero éstos no sólo corresponden a la crisis. Son circunstancias cáclicas que se presentan cada cierto tiempo en nuestras vidas, cuando la rutina o el desenfreno se apoderan y acomodan en nuestras acciones diarias. Cambiar el rumbo nos hace despertar, sacudirnos, meditar y en muchos casos, aterrizar en lo esencial de la vida, ubicando en su justo lugar lo material y poniendo nuestra mirada hacia dentro, hacia nuestro interior, donde la riqueza abunda.

Porque todo es cuestión de actitud, de cómo vemos las cosas, de cómo afrontamos los problemas, de cómo nos dejamos manejar por ellos o sencillamente, se convierten en retos que nos hacen más fuertes y más seguros de nuestros dones y nuestro poder para cambiar el rumbo de las cosas. Aquellos que se envuelven en lamentaciones y sufren lo que aun no ha sucedido, son presos del temor y el pánico, no creen en sí mismos y convierten las amenazas en realidades insalvables.  Y es que la vida es lo que haces de ella, de modo que nunca le eches la culpa a otro por el estado en que estés, sino sabe que es tu propia responsabilidad. Cambia tu actitud y cambiará toda tu perspectiva. Una perspectiva que puede ser prometedora, esplendorosa y real, en la medida que creas en ella, trabajes para ello y pongas tu confianza plena en Dios como tu socio y aliado. No importa cuán diferente suene la supuesta realidad, porque ella no es más que la respuesta a los cobardes, a los mediocres, que se dejan atemorizar con cualquier acontecimiento venidero o presente, para minimizar nuestra fe. ¡No lo permita! Por el contrario, esgrima su espada de confianza, revístase con el escudo de la paciencia y descanse en la seguridad de que nuestro Dios nunca abandona a los que en El creen.

Es tiempo de Navidad, de amor y de alegrías y nada, ni siquiera una crisis económica mundial, podría empañar esta buena nueva, que trajo al mundo, hace 2000 años,  la posibilidad de la reconciliación y el alto privilegio de llamarnos hijos del Dios Altísimo. Celebremos pues, todos en familia, esta época que nos acerca, que nos permite dejar fluir el amor, que es proclive a los encuentros y al perdón, a los abrazos y a la generosidad.

En nuestra portada y entrevista central, podrán disfrutar del encanto de la familia Bonilla-Lama, quienes están plenamente convencidos del poder de la familia, como fuente de amor y alegrías. Además, interesantes reportajes los conducirán por el alegre camino de la Navidad, en ejemplos y sugerencias que convertirán su hogar en un cálido refugio de paz y esperanza.

Hasta la próxima y que Dios les bendiga.

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